domingo, 3 de junio de 2018

Antes de tener hijos...

Nuestros hijos son los regalos más hermosos que nos pudo dar la vida, pensamos que no hay manera de amarlos más, pero conforme van creciendo el amor que sentimos por ellos es el más grande que alguien se pueda imaginar. Todo lo hacemos con la finalidad de que sean felices, nos desvivimos por ellos y todo gira a su alrededor. Todos los desvelos son pagados con su sonrisa, cuando sus manitas tocan tu cara parece que estás en el cielo; son lo mejor que nos ha pasado en la vida y volveríamos a repetir la historia una y otra vez, sólo por que existieran ellos.
Todo esto es verdad.
Sin embargo, si lo anterior se los decimos así tal cual a nuestros hijos, sobre todo a las niñas, igual que nuestros padres nos lo contaron a nosotros, consciente o inconscientemente su reacción es: ¡Casarse y tener hijos! "Es lo mejor que les ha pasado a mis padres, yo me quiero sentir así."
Les contamos esta historia desde que tienen uso de razón, cómo comprendemos que lleguen con su novio  de 20 años, a decirnos que se quieren casar y los tratemos de persuadir de que no lo hagan y mucho menos de que tengan hijos tan jóvenes, y nos hagan caso, es prácticamente imposible; para borrar esa historia habría que llevar a cabo un procedimiento sicológico o de trabajo inconsciente fuerte,  y tal vez para entonces ya sea demasiado tarde.
La mayoría de las mamás, abuelas, maestras y tías les decimos a los adolescentes y jóvenes que "vivan su juventud", que viajen, que trabajen para forjar un mejor futuro del que nosotras les dimos. Pero no les damos argumentos suficientes desde pequeños para saber por qué lo deben de hacer antes de casarse o al menos antes de ser papás.
A nuestros hijos nunca, jamás les contamos lo difícil que es criarlos, la cantidad de dinero enorme que cuestan, ¿Cuánto? Todo lo que poseas, eso cuestan los hijos. El cansancio tan grande que causa cuidar un bebé, que ni una semana dormida sería suficiente para reponer la fuerza necesaria para seguir. El que ya no puedes hacer y decidir sólo por ti, tienes que ver sus necesidades antes que las tuyas, los gustos o pasatiempos que quieras tener serán después de sus gustos o pasatiempos, leer un libro, estudiar, arreglarte, salir a una fiesta, ir al salón de belleza,  darte un masaje o simplemente bañarte agusto,  se convierten en "hazañas" para una mamá con hijos pequeños. Ya no puedes viajar cuando quieras, trabajar cada vez se vuelve más complicado, estar a solas con tu pareja ni soñarlo y  la situación económica se vuelve más tensa conforme crecen.
El contarles esas cosas a nuestros hijos no hace que los queramos menos, no quiere decir que les va a pasar algo, no tiene por qué hacernos sentir culpables. Más culpables deberíamos sentirnos de que nuestra hija de 18 años muera de ganas por tener un bebé, para comprarle mucha ropita y ponerle ese hermoso sombrero rosa que vio en la tienda.
Tenemos que cambiar esa cultura que nos caracteriza de padres, sobre todo, madres sumisas, debemos hacerles tomar conciencia de la responsabilidad tan grande que es tener un bebé, pero antes, mucho antes de que tengan 20 años. Debemos romper mitos y culpas de lo que nos podría pasar si hablamos "mal" de tener hijos. No hablamos mal, sólo decimos la verdad.
Los niños de ahora son muy inteligentes y necesitan excelentes argumentos para cambiar de opinión o para tomar decisiones. Ellos piensan más que nosotros a su edad. De todo quieren una explicación, y ¡Así debe ser!
Vamos a darle armas poderosas a nuestros hijos para que ellos decidan su futuro, ellos solos, que no vivan nuestra vida, que todas las creencias sin fundamento que les heredamos no sean la causa de su infelicidad.
Vamos a permitirles elegir su futuro, el que a ellos les guste y el que los haga muy felices!
                                                                                             Sinceramente
                                                                                            Mariana Oropeza
                                                                             Especialista en Bioneuroemoción

sábado, 21 de abril de 2018

¡Tu estás mal y yo estoy bien!

En algunas ocasiones  un amigo, amiga, algún familiar o algo que lees o escuchas te hace enojar muchísimo; inmediatamente te pones a la defensiva, tratas de exponer tu punto de vista (contrario, por supuesto), si puedes, inicias una confrontación, te defiendes con todas tus armas y nunca dejarás que te ganen.
¿En qué momento se volvió algo en tu contra? Si en lo que escuchaste o leíste no estaba ni siquiera tu nombre, te apropiaste del comentario y estás completamente segura que no es correcto. No estamos hablando de religión, de política o de un tema de gran controversia, sino de un simple comentario, el cuál para otras personas pasó desapercibido. 
Cuando eso nos pase, podríamos hacer un alto y ver, qué fue lo que nos causó tanto enojo, si observaras paso a paso lo que escuchaste tal vez descubras qué es lo que realmente te molestó. Cuando te des cuenta, lo puedes utilizar a tu favor para poder mejorar y cambiar eso que te lastima o te afecta.
La mayoría de las veces nos cegamos y nos resistimos a ver la realidad, la que está en el fondo de nosotros y sólo enfocando nuestra atención, en el enojo por ejemplo, podemos descubrir de que se trata. A veces no nos gusta que nos digan la verdad, y por eso nos enojamos, lucharemos con todos los argumentos que tengamos a la mano para demostrar que "yo no soy así" y que es mentira lo que están diciendo. Crees que la gente está en contra tuya, cuando tú eres la que está en contra de ti.
No te gusta tu situación vital, pero tampoco haces nada para cambiarla, responsabilizamos a todos menos a nosotras mismas de las cosas que nos pasan. Si tenemos fuerza y coraje (como debe ser), para pelear con los demás, los podríamos tener para luchar contra nuestros "demonios", contra nuestros miedos y nuestras debilidades, que son los que principalmente nos impiden vivir como queremos.
Aceptar tus responsabilidades e independizarte, implica madurar. No tengas miedo, es difícil empezar, sin embargo las recompensas valen la pena.
Cuando llegas a ese estado anhelado de madurez y de vivir en paz, contigo misma y con los demás, no perderás el tiempo tratando de convencer a un desconocido de algo que ni siquiera tiene tanta importancia, no discutirás, simplemente porque tú sabes que tienes la razón y eso te basta, sabes quien eres y lo que vales, conoces lo que haces y lo que no haces y estás consciente de que eres un ser pleno, inteligente y libre.
                                                                                                 Sinceramente
                                                                                               Mariana Oropeza
                                                                                    Especialista en Bioneuroemoción

martes, 27 de marzo de 2018

Las "señales secretas" de los hombres

Hasta que no entendamos y abramos los ojos ante las verdaderas "señales" que nos mandan los hombres, no vamos a encontrar una pareja justo como a nosotros nos gusta.
Es muy duro escucharlo pero en la mayoría de las ocasiones es la verdad: Sufrimos porque nosotros escogimos mal, decidimos no ver absolutamente nada de la realidad de un hombre, y lo cubrimos solo con lo que nosotros quisimos creer.
Conocemos a alguien que podría ser un buen prospecto de pareja, y ahí empieza nuestra creación del "hombre ideal para nosotras". Nos hacemos falsas ilusiones y empezamos a ver atenciones, amabilidad y situaciones románticas donde no las hay. Somos todo, menos objetivas, creemos lo que queremos creer, y vemos cosas inexistentes que se ajustan a nuestras necesidades.
-"No me llama porque le gusté tanto que, seguramente quiere una relación en serio y va a pensar muy bien las cosas para no regarla y casarnos pronto."  
-Se estuvo toda la noche platicando con sus amigos en la fiesta porque no quería atosigarme con su presencia y el no quería echarlo todo a perder.
-Seguro no me habla porque perdió mi número de teléfono o no me habla porque le robaron el celular, o no tiene señal, o tiene mucho trabajo.
-Invitó a otra muchacha en lugar de a mí a la cena porque quiere darme celos.
-Seguro anda con ella porque lo obliga.
-Es que es muy tímido por eso no se atreve a decirme que me ama.
-Tiene muchos problemas y su vida es muy difícil por eso no me busca.
Y así nos podemos seguir toda la vida, creyendo que nos ama, viendo solo lo que nos conviene ver. La realidad de las cosas es que: ¡LOS HOMBRES NO UTILIZAN NUNCA SEÑALES! No saben hacerlo y no les interesa hacerte pensar algo para hacer algo diferente.
Si le gustas a un hombre, inmediatamente te vas a dar cuenta, así de simple, sin pensar, o adivinar, o descifrar códigos secretos. Si le gustas, te busca, te invita o te llama.
Ellos se las ingeniarán, para conseguir tu número de teléfono, si se le pierde el celular, se lo roban, se le rompe, tiene mucho trabajo, tiene que salir de viaje y más cosas, quédate completamente tranquila, porque EL te va a avisar, o te mandará decir con alguien la situación.
Si no te escucha ahora, si no te busca, si no eres la persona más importante para él en este momento, menos lo va  ser cuando logres casarte con él.
Dejemos de inventar historias de amor donde no las hay. Después en el matrimonio resulta que nada era como pensábamos, ¡Por supuesto! efectivamente nada era así, nada era real. Y ahora.... sobre ellos: Es que no me entiende, es que no soy su prioridad, es que no me ama como yo, es que me trata mal, es que no está junto a mi.
No es a fuerza que alguien te ame. Todo llega a su tiempo y como debe ser, no te desesperes, ámate tu, y sólo espera cosas de ti misma, sueña, fantasea y trabaja en ti.
                                                                                                     Sinceramente
                                                                                                 Mariana Oropeza
                                                                                 Especialista en Bioneuroemoción


jueves, 22 de febrero de 2018

El príncipe azul

Soñamos con él toda la vida. Desde que éramos pequeñas las películas de Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella durmiente nos enseñaron que había que esperar por él. Después en las novelas (que no debimos de haber visto nunca), nos mostraron la manera en la que había que sufrir y esperar por el amor verdadero. No importa si había que "quitárselo" a alguien, si ya tenía novia, si eran de dos mundos diferentes, si estaba casado, si nos hacía llorar ese amor, el secreto era esperar y al final, tanto en los cuentos como en las novelas vivían "felices para siempre".  
Dentro pero muy dentro de nosotras existe un patrón de cómo "buscar novio", nos lo instalaron de pequeñas, y nos dijeron también cómo tenía que acabar la historia. ¡Siempre íbamos a ser felices! El proceso de cómo teníamos que hacerle para ser felices, nunca nos lo dijeron. Eso no viene al final de la película. Por lo tanto, nos las ingeniamos para llegar a ese fin, por supuesto de la manera más práctica y cómoda para nosotras.
Muchas pensamos, claro inconscientemente, que los hombres son robots. Queremos que piensen como nosotras, que hagan y digan  lo que nosotras queremos,  que nos adivinen el pensamiento y que reaccionen justo como deseamos; que nos regalen lo que queremos y que su objetivo en la vida sea igual al de nosotros, que utilicen nuestros métodos y nuestros caminos para solucionar y hacer las cosas. Que vivamos como nosotras soñamos vivir, que eduquemos a los hijos como nos educaron a nosotras, que sus sueños sean nuestros sueños.
¿Y ellos?
¿Y sus sueños?
Ya que tenemos al príncipe azul asegurado, no lo dejamos brillar. Lo queremos amoldar a nuestro modo, y hacer todo a nuestra manera. Entonces, como queremos que nuestro robot actúe de una manera y no lo hace, empiezan los problemas. Y es ahí, cuando nos convertimos en enojonas, aburridas, amargadas, molestas, quejumbrosas, deprimidas y desganadas.
Nada es como nos lo pintaron cuando éramos niñas. Así no se suponía que terminaba  la historia, el príncipe iba a hacer todo lo que nosotras queríamos y a nuestro modo y no fue así.
Creemos que merecemos todo sin ofrecer nada a cambio, y que sólo por amor nos van a seguir queriendo, sin que nosotras hagamos nada para que los objetivos se cumplan.
Para que todo funcione, debemos de casarnos siendo conscientes de que  los esposos no van a utilizar nuestros métodos para todo, simple y sencillamente porque son diferentes a nosotras, no pensamos, resolvemos, queremos, sentimos, entendemos, aprendemos y muchas cosas más, de la misma manera. 
Al comprometernos en matrimonio, debemos aceptar estas condiciones, saber que el esposo es un ser humano, totalmente diferente a ti. Y debemos respetar sus decisiones, tiempos y formas de hacer las cosas, (entiéndase respeto como lo que es, no como sumisión). Es parte importante para que la relación prospere y el amor y la felicidad perdure.
Al aceptar esto y estar conscientes, de que nos casamos con un ser humano, no con una máquina de deseos, las frustraciones y quejas van a desaparecer, vas a estar agradecida con lo que tienes y a valorar muchísimo más las cosas que van lograr, pero juntos; cuando encuentras un equilibrio y entiendes que tu opinión puede se aceptada o rechazada y sabes que es sólo eso, una opinión, no una imposición, te vas frustrar menos, porque sabes que son un equipo de dos.
 Deja de resistirte a tu realidad y harás que tu príncipe azul...... brille! 
                                                                                                          Sinceramente
                                                                                                         Mariana Oropeza
                                                                                            Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 11 de febrero de 2018

Agarrando el segundo aire...

¿Cuántas veces has pensado en divorciarte? ¿Cuántas veces has imaginado estar "libre" para disfrutar nuevamente tu vida? No es que no te guste estar con tu pareja, simplemente crees que necesitas algo diferente, sientes que necesitas evolucionar.
Después de varios años de matrimonio, empiezas a querer algo más; empiezas a aburrirte de lo mismo, y buscas por todos los medios separarte de tu pareja, el pretexto es lo de menos. Le pides el divorcio por incompatibilidad de caracteres, por desamor, porque "no eres tú, soy yo" y otros argumentos más.
Al fin firman los papeles y estás ¡Legalmente libre!
¡Ahora si! Piensas, a vivir la vida. Voy a "agarrar, mi segundo aire".
Empiezas a llamar a tus amigos y claro que saldrán contigo,  tu vas en plan de ligar obviamente.... ¡Ya puedes ser feliz!
Las primeras veces no serán tan "ligadoras" como te lo imaginabas, pero no importa, apenas estás agarrando vuelo  y recordando cómo lo hacías cuando eras joven. Te emociona la fiesta, salir y conocer los antros de moda, ya no tienes a nadie que te está reclamando que volviste a salir, si apenas lo hiciste hace ocho días.
Tus amigos o amigas  de siempre tal vez te sigan el ritmo un par de meses, pero nada más; ya no  pueden o ya no quieren seguirte el ritmo, ellos si tienen una pareja con la que quieren salir, o con la que quieren quedarse en casa a ver una película.
Empezamos a buscar nuevos amigos, pero no encajamos del todo porque o están muy jóvenes o están casados. Te das cuenta que las cosas no son como creías que iban a ser; no es como antes, no eres el alma soltera de la fiesta y no es tan fácil ligar como lo habías planeado. Estabas completamente seguro o segura, de que al tener "libertad" ibas a andar con muchos amigos y a tener novio o novia fácilmente  como cuando eras joven. Pensabas que todo iba a ser diferente y que agarrar tu segundo aire sería la cosa más increíble y fácil del mundo.
Después de varios meses, te empiezas a sentir igual de vacío o insatisfecho que antes. Te das cuenta de que estás igual que cuando estabas "atado" pero ahora estás solo. Sin pareja que te cuide o que te reclame que pasas pocas horas junto a él o ella.
Con tanto tiempo para pensar, descubres que, sólo necesitabas reconsiderar las cosas que te importan, que te alegran, y sobretodo descubrir las cosas que tienes que cambiar tú, no tu pareja o tu situación.
Antes de dar el gran paso y decirle a tu pareja, que quieres el divorcio porque necesitas algo diferente, busca ese cambio dentro de ti, cuando cambias tú, cambia tu entorno completamente.
Después de un buen proceso de "ubicación" podemos agarrar nuestro segundo aire.... pero con la misma pareja, disfrutando y agradeciendo todos los años y todas las experiencias que hemos pasado juntos y sobretodo con alguien que elegimos para vivir... hasta que la muerte nos separe!
                                                                                                       Sinceramente
                                                                                                     Mariana Oropeza
                                                                                        Especialista en Bioneuroemoción


domingo, 28 de enero de 2018

¿Por qué sigues casada con él?

Existen demasiadas mujeres inconformes con su matrimonio, tanto, que no creen que las demás si puedan ser felices. Se quejan del esposo, de la vida que "les da", de su casa, del dinero, de su forma de vestir, de comer, de respirar. Ya no hay poder humano que las haga cambiar de opinión. El matrimonio es una tortura y es todo lo que les interesa saber.
Lo tratan mal, porque "así se lo merece", hacen las cosas de malas, y buscan cualquier pretexto para pelear. Sonreír, hacer la comida que le gusta, ponerse guapa para él, entenderlo y sobretodo escucharlo, quedó en el olvido. Cualquier reacción de él o cualquier comentario será usado en su contra.
Independientemente de si él  sea bueno o malo, es su peor pesadilla. Reniegan de haberse casado, sueñan con su libertad,  con tener otra pareja, sueñan con ser independientes, sueñan...
Y la pregunta obligada es: ¿Y por qué sigues con él?
Se me ocurren muchas respuestas:
Por mis hijos (esa es la más importante ¿No?)
Porque así me educaron y tengo que seguir con el, hasta que la muerte nos separe.
Porque no tengo trabajo.
Porque no se hacer nada y de qué voy a vivir.
Porque me da todo lo que le pido.
Porque estoy sola en el mundo y sólo lo tengo a él.
Porque no estudié y no voy a encontrar trabajo.
Porque no puedo darle a mis hijos la vida que él les da.
Porque no voy a causarle ese dolor a mi familia.
Porque mi suegra me ruega para que no lo deje.
Porque Dios me va a castigar.
Porque no voy a ser una mujer divorciada, qué va a decir la gente.
Y los "por qués" pueden seguir y seguir.
¿Sabes por qué sigues con él?
¡PORQUE TÚ QUIERES!
No hay más, las mujeres que se separan de su pareja lo hacen, porque quieren. No son ni más listas, ni más valientes, adineradas o independientes que tú. Lo hacen porque quisieron no seguir su vida con alguien que las hacía infelices. No quisieron soportar  maltratos, golpes, ofensas, desgano, aburrición, dependencia, olores, modos, desamor, desatención, carencias, humillaciones y muchas cosas más.
Decidieron ser libres y felices porque quisieron, no porque tienen suerte. Todas somos fuertes. La fuerza que necesitas está dentro de ti. Deja de estarle haciendo un favor a tu esposo, quedándote a su lado.  Déjalo en paz. Déjalo libre. Es muy difícil que de una pareja sólo uno sea infeliz y el otro viva en completa felicidad. Te apuesto que a él también le molestan muchas cosas tuyas, ¿De verdad crees que no siente tu desprecio y maltrato? La mayoría de los hombres no hablan, no expresan lo que sienten, hasta que explotan. Esa es su naturaleza.
Si realmente no está en tus planes la separación, arregla tu matrimonio, haz algo, lo que sea para salvarlo. No mereces vivir sufriendo, ¿Por qué? Te estás castigando a ti misma. Eso se llama autosabotearse.
No lo hagas, tu y sólo tú tienes el poder de seguir o de parar. Disfruta tu vida, acepta y agradece lo que tienes. Y si no lo aceptas cambia.... libérate!!!
                                                                                              Sinceramente
                                                                                            Mariana Oropeza
                                                                                Especialista en Bioneuroemoción

viernes, 29 de diciembre de 2017

Encuéntrale un sentido a lo que no te gusta hacer!

Si tienes algo que hacer, que es a fuerza y no te gusta:
¡HAZ QUE VALGA LA PENA, Y ENCUÉNTRALE UN SENTIDO!
Siempre o casi siempre, los sacrificios que hacemos, son por alguien que nos importa, alguien que queremos mucho y sobretodo que estamos anteponiendo su felicidad a la nuestra. Un buen hombre, un hijo, un hermano, amigo o algún familiar. Decidimos hacer cosas consciente o inconscientemente que no queremos, que no es nuestra mejor opción, y que si no hubiera nadie lastimado de por medio, jamás las elegiríamos hacer.
Como siempre, hay situaciones que no son eternas y no son tan graves como:
Cuidar por la noche a un enfermo.
Cuidar unos días a una mascota.
Llevar a alguien a su casa o trabajo.
Recibir una visita en tu casa.
Convidar de tu comida.
Hacer un favor.
Visitar a alguien.
Prestar tus cosas.
Ayudar a un compañero con su trabajo.
Nos dicen que tenemos que aprender a decir NO. Sin embargo, creo que también tenemos que aprender a decir SI. A que cuando estemos haciendo lo que no queríamos, lo hagamos con gusto, con cierta resignación. El darle vueltas a lo mismo mientras haces las cosas de mala gana, no te lleva a nada mas que a enojarte más y a contrariarte porque no querías hacerlas.
Sólo piensa que ya estás ahí, y que obtendrás más puntos buenos si lo haces de buena manera. No te queda de otra; piensas mil formas de "safarte" del compromiso, pero sabes perfectamente que no las harás, que no tienes el valor para ser grosero con la persona a la que ayudas, y aunque se te ocurran mil ofensas y excusas para hacerlo se quedarán ahí, sólo en tu cabeza. Piensa que llegará a su fin y piensa muy bien tu próxima respuesta, cuando alguien te pida un favor.
¿Y qué pasa cuando la decisión que tomaste durará un "poco más" de algunos días?
Casarte.
Decirle a alguien que lo amas.
Cuidar a tus nietos.
Quitarle sus hijos a tus hijos.
Estudiar una carrera.
Tener hijos.
A veces tomamos decisiones sin pensar en las consecuencias, por amor, agradecimiento o por lástima. Cuando te casas con alguien sin amarlo lo suficiente, cuando ayudas a tus hijos con tus nietos, cuando estudias algo porque no hay otra opción, cuando tienes que quedarte en tu trabajo por la razón que sea, cuando decides criar y mantener como hijos propios a tus nietos.

  ¡Tienes que encontrarle el sentido!
Tiene que valer la pena tu trabajo y el sacrificio que estás haciendo. Es bueno siempre estar consciente de que tú y sólo tú, tomaste esa decisión. Culpar a los demás es condenarte eternamente a tener rencor en tu corazón, a vivir amargada, y a no disfrutar la vida.
Tal vez estás pensando: ¿Disfrutar? ¿Con éste hombre a mi lado? ¿A qué hora, si tengo que cuidar a mis nietos? ¿Cómo se puede disfrutar con este espantoso trabajo?
Te prometo que si cambias tu manera de ver las cosas y empiezas a agradecer lo que tienes, todo empezará a cambiar como por arte de magia. Parecerá que todos cambiaron y las cosas ahora resultan buenas a tu favor.
 Todos conocemos a alguien que nunca pierde el sentido del humor, que siempre  ve lo positivo de las cosas, tenemos que aprender mucho de esas personas. Son felices sea cual sea la situación que están viviendo, simplemente porque le encuentran un SENTIDO A LA VIDA.

                                                                                                           Sinceramente
                                                                                                        Mariana Oropeza
                                                                                         Especialista en Bioneuroemoción


domingo, 10 de diciembre de 2017

Los platos elegantes

¿Cuántas de nosotras tenemos un montón de cosas bonitas y guardadas sin usar?

Vajillas, cubiertos, copas, decenas de utensilios hermosos para servir la comida, ollas, manteles blancos y elegantes.
 ¿Y en nuestro clóset?
Vestidos, botas, zapatos con un gran tacón, sombreros, pashminas, bufandas, guantes,  blusas, aretes y collares muy bonitos, perfumes, cremas que huelen muy rico, bolsas caras y muchísimas cosas más.
Todo guardado en cajas intocables, esperando la visita correcta y perfecta que las merezca para poder usarlas, y aguardando la ocasión especial para arreglarte con tus "tesoros más preciados".
Lo malo es que esa visita y ese día tan especial, tal vez no llegue nunca,  vas dejando pasar el tiempo y tus cosas se quedan ahí, guardadas en una vitrina o arrumbadas en un clóset. Tal vez cuando las quieras sacar ya están pasadas de moda o el moho y la polilla hicieron de las suyas y ya no sirvan más.
Atesoramos cosas y nunca las usamos. Conozco señoras de 70 años que guardaron muchísimas cosas y nunca las disfrutaron, porque se ensucian, se gastan, se podían romper, o simplemente porque nunca llegó la visita y la ocasión tan especial para usarlas. Ahora que ya están grandes, ya no tienen la fuerza ni las ganas para sacar de sus cajas todas sus cosas bonitas. Lo más triste es que cuando mueran, todos esos tesoros terminen en casa de alguien que ni siquiera    le tenía cariño y por supuesto no va a saber, ni le va a interesar, el valor sentimental que tenían para ella.
Debes conocer amigas que guardan sus tesoros, esperando que sus hijas, nueras o nietas las utilicen, desgraciadamente, casi nadie le va a dar el valor a nuestras cosas como nosotras mismas. Cada persona tiene sus propios intereses. Y lo que es hermoso y vale tanto para mí, tal vez cuando lo regale o herede, no tendrá el mismo valor para los demás.
¡VIVIR ES DISFRUTAR! Y para eso trabajamos, para disfrutar  lo que nos ganamos. Todas trabajamos, en casa, cuidando a los hijos, o en una oficina o negocio. Por eso debemos gozar y utilizar las cosas bonitas que tenemos... Pero ahora, cuando tenemos ganas y fuerza, no cuando ya no podamos. El tiempo pasa volando y cuando veas hacia atrás, vas a ser una señora grande con muchos tesoros guardados y sin usar.
Utiliza tus cosas más bonitas con tu familia, con tus hijos. Se sentirán importantes y cuidarán tus platos elegantes. No esperes una ocasión muy especial para usar esa crema que huele tan rico y el perfume tan fino que solo usas dos veces al año, utiliza tu ropa bonita sólo para que tu pareja y tu misma te veas bonita; las zapatillas, aretes, collares y todos los accesorios que tienes guardados úsalos, para eso los compraste. Recuerda que las cosas están para servirte, no estás tú para servirlas a ellas.
¡No necesitamos a nadie más que a nosotros y a nuestra familia para que sea una ocasión especial, y valemos igual o más que cualquier visita importante!
                                                                                                        Sinceramente
                                                                                                     Mariana Oropeza
                                                                                        Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 5 de noviembre de 2017

La segunda opción...

Somos seres humanos libres y  tenemos el derecho de elegir. A veces sentimos que nos obligan a hacer o elegir algo, sin embargo no podemos culpar a nadie por esto. Nosotros elegimos obedecer y escoger lo que la otra persona quiere. Tal vez por comodidad, por flojera, por apatía, por falta de autoestima, por que sentimos culpa, porque nos sentimos agradecidos, por cariño o por amor.
Muchas veces  vivir con la carga de una elección incorrecta, nos lleva a estar enojados, tristes, apáticos y te va creando un feo carácter que poco a poco vas sustituyendo por el buen humor que te caracterizaba, en pocas palabras, te va amargando la vida.
Pensamos que no tenemos otra salida, que lo que estamos eligiendo es nuestra única opción, se nos cierra el mundo y por lo que van a pensar los demás escogemos hacer, lo que no queremos.
Sin embargo, siempre, pero siempre tenemos que recordar que existe... Una segunda opción, y nunca es tarde para corregir una mala elección.
Cuando pasa algo malo o grave, siempre tienes de dos: O lo superas, aprendes y sigues de frente o nos afecta y nos cambia el día, el año o la vida completa, vives para recordarlo cada día, hasta que te consuma el dolor, los pensamientos o la culpa.
Puedes elegir la segunda opción para resolver o tomar simples decisiones como:
Ir a una fiesta
Platicar con alguien
Hacer un favor
Prestar algo
Cansarte
Descansar
Hacer ejercicio
Leer un libro
Hacer la comida
Limpiar tu casa
O decisiones grandes como:
Casarte
Divorciarte
Ser infiel
Escoger una carrera universitaria
Elegir un trabajo
Comprar una casa o un coche
Tener  hijos
Siempre tenemos una opción diferente para todo, hay cosas que se tienen que hacer pero las puedes hacer de diferente manera. Vivimos culpando a los demás, de que no tenemos tiempo ni siquiera para leer un libro. Imagínate lo que pensará el inculpado: "A qué hora le dije que no podía leer".
Hasta en problemas o situaciones más graves, enfermedades, pérdidas, o separaciones dolorosas, siempre es posible elegir la segunda opción.
En todo lo que te pasa en la vida, tienes otra manera de resolver las cosas, aunque sea más difícil, aunque cueste más trabajo o aunque no les guste a los que viven a tu alrededor.
Si por alguna razón pierdes un año en la universidad, tienes de dos, o sigues y aguantas repitiendo año con los alumnos del grado anterior, o ahí la dejas y buscas un trabajo que no te va a redituar lo mismo que si hubieras acabado la carrera.
Cuando tu pareja es infiel, también tienes de dos, te sientes mal, ofendida, humillada para siempre y no vuelves a recuperar tu autoestima o superas la infidelidad, sabiendo que el del problema es él, que tu no tienes nada que ver, y empiezas tu vida emocional libre de ataduras y desde cero; y también tienes las opciones de hacerlo con o sin él; eso de que: "Por los hijos lo perdono", no se lo cree nadie. Es sólo tu elección.
Cuando al contrario, estás a punto de ser infiel, tienes la opción de respetar a tu pareja y no serlo. Nadie es obligado a nada en este mundo, bueno... casi nadie.
Reflexiona siempre, sobre todo en las grandes decisiones que tomes, tal vez te des cuenta que no es lo que tú quieres hacer, recuerda que siempre existe la segunda opción.
                                                                                           Sinceramente
                                                                                         Mariana Oropeza
                                                                              Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 22 de octubre de 2017

Pero...si es un santo!!!

"Su esposa no lo comprendía.
Fíjate que ella le fue infiel.
Lo dejó la novia porque es injusta.
La esposa le levantó falsos y dijo que él se le insinuó a su hermana.
La esposa le exigía mucho.
Lo despidieron del trabajo y la esposa lo dejó.
Ella no le daba de comer.
La señora no lo acompañaba a ningún lado.
Siempre lo trataba mal.
Pues si es un poco celoso, pero normal.
Pues si toma, pero no es para tanto.
No le gusta ir a trabajar, pero es que lo maltratan en su oficina.
La esposa era muy floja.
Tan fácil que es hacerlo feliz".
¿Alguna de estas frases, "te suena"?
A veces, cuando empezamos una relación con alguien que anteriormente ya tuvo uno o dos matrimonios, o una relación muy seria,  creemos que somos las "salvadoras" de ese hombre. Llegamos para regresarle la dignidad y las ganas de vivir. -Ahora sí va a saber lo que es una esposa-, pensamos.
Claro que no en todos los casos, sin embargo, sí en muchos que yo conozco. Por supuesto que hay hombres buenos, con historias reales, con divorcios por incompatibilidad de caracteres, o porque se acabó el amor, o porque ella le fue infiel; si pasa, si existen esas causas. Sin embargo, cuánto más grande sea la historia y la explicación, yo creo que es menos creíble.
Al empezar una relación con alguien así, deberíamos ser un poco más perspicaces y ver más allá, de sólo lo que él nos platique.
¿Por qué no ve a sus hijos?
¿Por qué la ex lo odia tanto?
¿Por qué no tiene relación con ningún amigo o familiar de su ex?
¿Por qué no les manda dinero a sus hijos?
¿Por qué no va a su escuela el día del padre?
¿Por qué ni siquiera lo saludan en la calle los conocidos de su ex?
¿Por qué su propia familia no lo quiere, o no le habla?
¿Por qué se esconde?
¿Por qué un hombre, que es tan encantador, atento y trabajador, es tan incomprendido?
¿Por qué se mudó de ciudad?
Y la pregunta más importante:
¿Realmente cuál fue la causa de su divorcio?
Hay patrones de conducta que no se pueden cambiar  fácilmente, somos adultos y el tiempo para modificarlos de una manera rápida, ya pasó. Forman parte de nuestra personalidad, y de nuestra naturaleza. Para tener un cambio real y positivo, se necesita tiempo, esfuerzo y dedicación. Mucha disposición, ir a terapia, a pláticas y sobre todo querer hacerlo. 
Dicen por ahí, que "no hay peor ciego que el que no quiere ver", siempre ve más allá, abre bien los ojos, escucha las dos versiones de la historia; no es que tengas que ir a cuestionar a la ex de tu novio, pero si puedes escuchar lo que tus amigos te dicen, lo que tu familia te aconseja, escuchar a tu intuición y a tu sexto sentido.
Te puedes evitar muchas sorpresas. Es un poco difícil de creer, que el hombre que haya tenido más de un divorcio sea........ un santo.
                                                                                                  Sinceramente
                                                                                               Mariana Oropeza
                                                                                 Especialista en Bioneuroemoción

martes, 12 de septiembre de 2017

Una batalla perdida

¿Enamorarnos? Es lo más fácil del mundo. Cuando encontramos a alguien que nos gusta mucho físicamente y está disponible, nuestro corazón ya lleva más de la mitad del camino recorrido. Cuando te voltea a ver, nota tu presencia y es amable, vamos bajando la guardia; cuando de pronto te llama, te abraza o hace algo inusual que te guste mucho... llega el amor.  La mayoría somos así,  sensibles y fáciles de enamorar.
¿Hacer que se enamoren de nosotras? ..... Creo que ahí es donde empieza lo complicado.
¿Qué tal que todas esas "señales" que estábamos seguras que eran directo para nuestro corazón, las malentendimos y ese guapo hombre, sólo estaba siendo amable con nosotras? ¿Qué tal, que sí sabíamos que sólo estaba siendo amable con nosotras, pero nos empeñamos en cegarnos y creer que le gustábamos?.
Hay hombres educados y muy amables que (ante lo escasos que están), a veces confundimos sus intenciones, ellos tratan muy bien a las mujeres, ¡Pero a todas! no nada más a ti, y no se vale decir que no te das cuenta porque ellos son amables con todas, con las mujeres de su familia, con las señoras que hacen la limpieza en su oficina, con las empleadas de un mostrador, con las meseras, muestran  respeto por ellas porque son caballeros, no porque quieran casarse con todas.
 Es imposible mandar al corazón, pero tal vez la razón, nos ayude a ver la realidad y no empezar a fantasear con algo, que no nos va a llevar a nada más que a una batalla perdida. Creo que no se puede forzar u obligar a alguien a que se enamore de ti, puedes conquistarlo dentro de los "parámetros normales" de una conquista: Arreglarte más, mostrar indiferencia, hacerte presente, sonreír, ser como tú eres (si pretendes ser quien no eres, tal vez lograrás que se enamore de alguien que no existe).
Si por insistencia llegas a "conquistarlo", te puedo asegurar que nada de lo que hagas va a hacer que cambie su corazón, a lo mejor lograste que te besara y pues ya, empezaron a salir, y después, se hicieron novios. Cuando a alguien no le gustas tanto como para casarte, nada va a cambiar sus sentimientos.
Tratar de agradar a alguien que no te ama, es vivir siempre contracorriente. Por lo tanto, viene el rompimiento de la relación y es cuando empiezas a sufrir, y entre más te empeñes en no ver, que todo el trabajo lo hiciste tú, en que él sólo se dejó llevar, en que nunca se enamoró completamente de ti, más tiempo durará tu dolor.
No pierdas el tiempo en relaciones que no tienen futuro, no te empeñes en una conquista imposible, sobretodo, si ya te diste cuenta que ni siquiera le gustas.
Claro que eres muy bonita, y muy inteligente, y tienes un trabajo muy bueno, pero a él....No le gustas!
Tenemos la fuerza suficiente para conquistar el mundo, pero no para forzar el corazón de un hombre; no te distraigas en lo que no se puede, seguramente, muy cerca de ti, está tu verdadero amor.

                                                                                                         Sinceramente
                                                                                                      Mariana Oropeza
                                                                                          Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 3 de septiembre de 2017

¡Ihhhhhhhhh, me van a ver!

¿Cuántas veces te has quedado con ganas de hacer algo porque "te van a ver?"
Correr
Saltar
Gritar
Comer
¿Y cuántas veces te has mortificado tanto por una situación, porque qué van a pensar y decir los demás?
Cuando te subes a un transporte público
Cuando te pasaste de cosas en el súper y a la hora de pagar no te alcanza
Cuando esperas en una fila
Cuando tu tarjeta no pasa a la hora de pagar, por la razón que sea,  no le vas a explicar a las personas de tu alrededor, que si tienes dinero, pero que la tarjeta está vencida ¿Verdad?
A veces a todos se nos antoja hacer cosas por impulso, te emocionas tanto que quieres gritar y brincar de felicidad, quieres darle las gracias a alguien que te atendió muy bien en una tienda, o por el contrario, quisieras quejarte con el jefe de alguien que no hizo bien su trabajo, quieres aplaudirle y gritarle muy fuerte a tu hijito en el festival de la escuela, quieres echarle una porra a alguien, pero simplemente no lo haces... porque te da pena. Vivimos preguntándonos ¿Qué van a decir los demás?
!Llegas a tu casa y te arrepientes muchísimo! Piensas:
Le hubiera dado un abrazo
Lo hubiera saludado
Me hubiera comido eso que me ofrecieron
Me hubiera subido al transporte
Hubiera cantado
Hubiera bailado con él
¿Sabes? El hubiera no existe, ya es pasado. Lo peor es que a la gente no le interesa, cada quien tiene sus propios asuntos por resolver, y a los que si les interesa, te prometo que ni siquiera valen la pena.
Vamos a vivir nuestros momentos, los que se presentan cada día y pueden ser un gran experiencia que no sabrás, hasta que te atrevas a hacerlo.... Sin pensar en  lo que van a decir los demás..
Cuando tu empiezas a ver la vida diferente, contagias, y la gente que está a tu alrededor cambia también. Si te empiezas a abrir con los demás, te darás cuenta de que a todos nos pasa.
 A la mayoría nos ha pasado un contratiempo, al menos a la gente normal, a la que no es perfecta. No hay porque avergonzarnos. Así es la vida.... Nadie es perfecto. A muchos se nos olvida, que todos somos humanos, que somos personas y que nos pasan casi las mismas cosas.
Deberíamos pensar siempre en las situaciones incómodas que nos han pasado, precisamente para no juzgar a los demás, una sonrisa de "te entiendo" a alguien que le sucede  algo incómodo, es muy tranquilizante.
En el momento que empiezas a actuar, sin pensar en qué van a decir los demás, te liberas, es como si te quitaras un gran peso de encima y prometo que disfrutarás más las cosas. !Vamos a vivir!
                                                                                                         Sinceramente
                                                                                                       Mariana Oropeza 
                                                                                          Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 13 de agosto de 2017

Trata a tus hijos como si fueran visitas!

En ciertas ocasiones, me ha tocado ver, la relación que tienen algunas personas, que son demasiado amables fuera de su casa, con su familia más cercana. No lo puedes creer. Pareciera que se transforman en otra persona. Si les contaras a sus hijos, papás o esposo lo lindas personas que son, no te lo creerían, pensarían que estás hablando de alguien más.
¿Por qué vivimos enojadas con nuestros hijos o esposo y pareciera que estamos increíblemente felices con nuestras amigas o con los compañeros de trabajo? Y aplica igual para el señor de la casa, es un dulce en la calle y se convierte en un ogro en el momento que tiene a su familia enfrente.
No creo que sea justo para tu familia que las demás personas sean las que disfruten tu lado amable. Es cuestión que entres a tu casa para que te transformes. Se supone que debería ser al contrario, tu casa es tu "nido", es donde somos felices, donde estamos tranquilas y a pesar de nuestra situación, (que no me cansaré de repetir: Si no te gusta "cámbiala"), debemos tener la mayoría del tiempo nuestra mejor cara.
Tal vez pienses: "Si tuvieras a mis hijos dos minutos, seguro te volverías un ogro también" "Si escucharas a mi esposo, te pondrías de malas inmediatamente" "Si vivieras donde yo vivo, no quisieras ni llegar a dormir" ¿Sabes? Todas escogimos a nuestro esposo y temo decirte, que los hijos son un reflejo nuestro, así de sencillo. Siempre me he imaginado que cuando nacen, son como bolitas de masa que nos manda Dios, y nosotras las vamos moldeando poco a poco.
¿El resultado? Los hijos que tenemos ahora.
No rechaces a tus hijos, a tu esposo o a tus padres, aunque no lo digas, tu actitud lo dice todo; eso si les afecta tarde o temprano, la autoestima no perdona y todo lo que hacemos y decimos se ve reflejado en los niños, probablemente cuando te des cuenta, será demasiado tarde para tratar de corregir algo.
Estar de mal humor todo el tiempo dentro de tu casa, es un claro rechazo de tu entorno, y por muy pequeños que sean tus hijos, lo notan. Lo más triste es cuando se dan cuenta de tu gran sonrisa cuando estás con las demás personas. Te aseguro que aunque no lo digan es muy, muy desmoralizante para ellos.
Una buena idea para empezar a cambiar es:
Tratar en algunas ocasiones a tu familia, como si fueran visitas.
Por ejemplo, si algún hijo de una amiga tuya, tira el vaso de agua en la mesa y ensucia todo el mantel, estoy segurísima que no le vas a gritar o a pegarle, ni lo vas a dejar sin comer, ni lo vas a poner a lavar el mantel con gritos y empujones. Probablemente, le digas que tenga más cuidado, y todos seguirán comiendo tranquilos.
Si una visita fuma dentro de la casa, no le vas a aventar un zapato ¿Verdad?, ni le vas a gritar y a decirle que ya le dijiste mil veces que no fume dentro de la casa, que ya te tiene harta, que para qué te casaste y cosas por el estilo.  Tal vez le digas amablemente, que en tu casa no fuman adentro que lo acompañas al jardín o al patio, a terminar su cigarro.
Podemos hacerlo, podemos ser tan tolerantes con nuestra familia como lo somos con las visitas. Tendrás más armonía en tu hogar. Recuerda que todo es un ciclo y que si llegas enojada a tu casa, inmediatamente todos se ponen de mal humor. Intenta llegar con un carácter amable; sí, es difícil, sobre todo después de un día de trabajo muy pesado y cansado, después de muchas horas de estar de pie, de lidiar con gente espantosa.
Tu familia no tiene la culpa, ellos te esperan, quieren contarte cosas, quieren que los abraces y estar pegados a ti, seas papá o mamá.

Aprendamos a vivir con tolerancia y amabilidad en nuestro hogar. ¡Te prometo que tendremos hijos más tolerantes y amables!. 


                                                                                                       Sinceramente

                                                                                                  Mariana Oropeza H.
                                                                                       Especialista en Bioneuroemoción

jueves, 13 de julio de 2017

Defiende a tu esposo con toda tu fuerza

Algunas mujeres creemos que nuestro esposo nos va, o mejor dicho, nos tiene que querer siempre. Así nos lo prometió y lo va a cumplir, porque es buena persona y es un buen marido. No se nos ocurre que debemos defenderlo de ciertas situaciones, comentarios o de "alguien" que lo quiera hacer desistir de esa promesa tan importante.
Si estás pensando en que lo tienes que defender, de "las malas intenciones" de alguna compañera del trabajo, vecina o amiga, no estás consciente de la persona que puede llegar a ser, el verdadero enemigo de tu matrimonio........
Eres tú misma!
Debemos defender a nuestra pareja de nosotros mismas!
Desgano
Apatía
Desinterés
Rechazo
Humillación
Burla
Comparación
Flojera
¿Te suena familiar?
Aprovechándonos de el amor y la paciencia que siente por nosotros, no ponemos atención al comportamiento que tenemos cuando nos dirigimos a él. Estamos seguras que siempre nos va a querer y pensamos que nada va a hacer cambiar su manera de pensar. Ellos no te reclaman, no se quejan, sin embargo poco a poco vas creando una imagen de ti misma, totalmente diferente a la que tenías cuando se enamoró de ti. Las atenciones y cuidados que tenías con el, van desapareciendo. Lo mejor para ti y tal vez lo peor para él, es que no se va a ir de tu lado, precisamente porque es buena persona.
Preguntarle cómo le fue en el trabajo cuando llegue a casa, interesarse por sus cosas, respetar sus cajones (aunque te parezca innecesaria la cantidad de cables, pilas, papeles o lápices que pueda tener). Después de varias cosas que tiré y ropa que regalé, aprendí que sólo el puede decidir cuándo deshacerse de lo que no le sirve. Hacer la comida que le gusta aunque te de flojera, respetar su cartera, su coche. Cambiar tu actitud de desgano y apatía diaria con la que vives y lo recibes cada vez que llega a casa.
Yo pienso que desde que nos casamos, el hombre y la mujer quedamos al resguardo y cuidado uno del otro, e independientemente de si los dos trabajan para mantener la casa, debemos darnos un tiempo para atender a nuestro esposo. La mayoría de los hombres que conozco no son muy complicados que digamos, su ropa limpia, acomodada y planchada cuando la necesiten y una rica cena es suficiente para ponerlos de buen humor. Creo que casi todos los hombres son tragones así que es más fácil para nosotras cocinar, o comprar para comer algo que les guste mucho.
Son pequeños detalles los que hacen una gran diferencia, inténtalo, empieza a cambiar tu actitud con él y sobre todo, empieza a respetarlo. Es una doble ganancia porque va a estar contento, y....
¡Un marido contento dice más veces si, que no!
                                                                                                        Sinceramente
                                                                                                  Mariana Oropeza H.
                                                                                         Especialista en Bioneuroemoción