sábado, 21 de abril de 2018

¡Tu estás mal y yo estoy bien!

En algunas ocasiones  un amigo, amiga, algún familiar o algo que lees o escuchas te hace enojar muchísimo; inmediatamente te pones a la defensiva, tratas de exponer tu punto de vista (contrario, por supuesto), si puedes, inicias una confrontación, te defiendes con todas tus armas y nunca dejarás que te ganen.
¿En qué momento se volvió algo en tu contra? Si en lo que escuchaste o leíste no estaba ni siquiera tu nombre, te apropiaste del comentario y estás completamente segura que no es correcto. No estamos hablando de religión, de política o de un tema de gran controversia, sino de un simple comentario, el cuál para otras personas pasó desapercibido. 
Cuando eso nos pase, podríamos hacer un alto y ver, qué fue lo que nos causó tanto enojo, si observaras paso a paso lo que escuchaste tal vez descubras qué es lo que realmente te molestó. Cuando te des cuenta, lo puedes utilizar a tu favor para poder mejorar y cambiar eso que te lastima o te afecta.
La mayoría de las veces nos cegamos y nos resistimos a ver la realidad, la que está en el fondo de nosotros y sólo enfocando nuestra atención, en el enojo por ejemplo, podemos descubrir de que se trata. A veces no nos gusta que nos digan la verdad, y por eso nos enojamos, lucharemos con todos los argumentos que tengamos a la mano para demostrar que "yo no soy así" y que es mentira lo que están diciendo. Crees que la gente está en contra tuya, cuando tú eres la que está en contra de ti.
No te gusta tu situación vital, pero tampoco haces nada para cambiarla, responsabilizamos a todos menos a nosotras mismas de las cosas que nos pasan. Si tenemos fuerza y coraje (como debe ser), para pelear con los demás, los podríamos tener para luchar contra nuestros "demonios", contra nuestros miedos y nuestras debilidades, que son los que principalmente nos impiden vivir como queremos.
Aceptar tus responsabilidades e independizarte, implica madurar. No tengas miedo, es difícil empezar, sin embargo las recompensas valen la pena.
Cuando llegas a ese estado anhelado de madurez y de vivir en paz, contigo misma y con los demás, no perderás el tiempo tratando de convencer a un desconocido de algo que ni siquiera tiene tanta importancia, no discutirás, simplemente porque tú sabes que tienes la razón y eso te basta, sabes quien eres y lo que vales, conoces lo que haces y lo que no haces y estás consciente de que eres un ser pleno, inteligente y libre.
                                                                                                 Sinceramente
                                                                                               Mariana Oropeza
                                                                                    Especialista en Bioneuroemoción

No hay comentarios.: