domingo, 3 de junio de 2018

Antes de tener hijos...

Nuestros hijos son los regalos más hermosos que nos pudo dar la vida, pensamos que no hay manera de amarlos más, pero conforme van creciendo el amor que sentimos por ellos es el más grande que alguien se pueda imaginar. Todo lo hacemos con la finalidad de que sean felices, nos desvivimos por ellos y todo gira a su alrededor. Todos los desvelos son pagados con su sonrisa, cuando sus manitas tocan tu cara parece que estás en el cielo; son lo mejor que nos ha pasado en la vida y volveríamos a repetir la historia una y otra vez, sólo por que existieran ellos.
Todo esto es verdad.
Sin embargo, si lo anterior se los decimos así tal cual a nuestros hijos, sobre todo a las niñas, igual que nuestros padres nos lo contaron a nosotros, consciente o inconscientemente su reacción es: ¡Casarse y tener hijos! "Es lo mejor que les ha pasado a mis padres, yo me quiero sentir así."
Les contamos esta historia desde que tienen uso de razón, cómo comprendemos que lleguen con su novio  de 20 años, a decirnos que se quieren casar y los tratemos de persuadir de que no lo hagan y mucho menos de que tengan hijos tan jóvenes, y nos hagan caso, es prácticamente imposible; para borrar esa historia habría que llevar a cabo un procedimiento sicológico o de trabajo inconsciente fuerte,  y tal vez para entonces ya sea demasiado tarde.
La mayoría de las mamás, abuelas, maestras y tías les decimos a los adolescentes y jóvenes que "vivan su juventud", que viajen, que trabajen para forjar un mejor futuro del que nosotras les dimos. Pero no les damos argumentos suficientes desde pequeños para saber por qué lo deben de hacer antes de casarse o al menos antes de ser papás.
A nuestros hijos nunca, jamás les contamos lo difícil que es criarlos, la cantidad de dinero enorme que cuestan, ¿Cuánto? Todo lo que poseas, eso cuestan los hijos. El cansancio tan grande que causa cuidar un bebé, que ni una semana dormida sería suficiente para reponer la fuerza necesaria para seguir. El que ya no puedes hacer y decidir sólo por ti, tienes que ver sus necesidades antes que las tuyas, los gustos o pasatiempos que quieras tener serán después de sus gustos o pasatiempos, leer un libro, estudiar, arreglarte, salir a una fiesta, ir al salón de belleza,  darte un masaje o simplemente bañarte agusto,  se convierten en "hazañas" para una mamá con hijos pequeños. Ya no puedes viajar cuando quieras, trabajar cada vez se vuelve más complicado, estar a solas con tu pareja ni soñarlo y  la situación económica se vuelve más tensa conforme crecen.
El contarles esas cosas a nuestros hijos no hace que los queramos menos, no quiere decir que les va a pasar algo, no tiene por qué hacernos sentir culpables. Más culpables deberíamos sentirnos de que nuestra hija de 18 años muera de ganas por tener un bebé, para comprarle mucha ropita y ponerle ese hermoso sombrero rosa que vio en la tienda.
Tenemos que cambiar esa cultura que nos caracteriza de padres, sobre todo, madres sumisas, debemos hacerles tomar conciencia de la responsabilidad tan grande que es tener un bebé, pero antes, mucho antes de que tengan 20 años. Debemos romper mitos y culpas de lo que nos podría pasar si hablamos "mal" de tener hijos. No hablamos mal, sólo decimos la verdad.
Los niños de ahora son muy inteligentes y necesitan excelentes argumentos para cambiar de opinión o para tomar decisiones. Ellos piensan más que nosotros a su edad. De todo quieren una explicación, y ¡Así debe ser!
Vamos a darle armas poderosas a nuestros hijos para que ellos decidan su futuro, ellos solos, que no vivan nuestra vida, que todas las creencias sin fundamento que les heredamos no sean la causa de su infelicidad.
Vamos a permitirles elegir su futuro, el que a ellos les guste y el que los haga muy felices!
                                                                                             Sinceramente
                                                                                            Mariana Oropeza
                                                                             Especialista en Bioneuroemoción

sábado, 21 de abril de 2018

¡Tu estás mal y yo estoy bien!

En algunas ocasiones  un amigo, amiga, algún familiar o algo que lees o escuchas te hace enojar muchísimo; inmediatamente te pones a la defensiva, tratas de exponer tu punto de vista (contrario, por supuesto), si puedes, inicias una confrontación, te defiendes con todas tus armas y nunca dejarás que te ganen.
¿En qué momento se volvió algo en tu contra? Si en lo que escuchaste o leíste no estaba ni siquiera tu nombre, te apropiaste del comentario y estás completamente segura que no es correcto. No estamos hablando de religión, de política o de un tema de gran controversia, sino de un simple comentario, el cuál para otras personas pasó desapercibido. 
Cuando eso nos pase, podríamos hacer un alto y ver, qué fue lo que nos causó tanto enojo, si observaras paso a paso lo que escuchaste tal vez descubras qué es lo que realmente te molestó. Cuando te des cuenta, lo puedes utilizar a tu favor para poder mejorar y cambiar eso que te lastima o te afecta.
La mayoría de las veces nos cegamos y nos resistimos a ver la realidad, la que está en el fondo de nosotros y sólo enfocando nuestra atención, en el enojo por ejemplo, podemos descubrir de que se trata. A veces no nos gusta que nos digan la verdad, y por eso nos enojamos, lucharemos con todos los argumentos que tengamos a la mano para demostrar que "yo no soy así" y que es mentira lo que están diciendo. Crees que la gente está en contra tuya, cuando tú eres la que está en contra de ti.
No te gusta tu situación vital, pero tampoco haces nada para cambiarla, responsabilizamos a todos menos a nosotras mismas de las cosas que nos pasan. Si tenemos fuerza y coraje (como debe ser), para pelear con los demás, los podríamos tener para luchar contra nuestros "demonios", contra nuestros miedos y nuestras debilidades, que son los que principalmente nos impiden vivir como queremos.
Aceptar tus responsabilidades e independizarte, implica madurar. No tengas miedo, es difícil empezar, sin embargo las recompensas valen la pena.
Cuando llegas a ese estado anhelado de madurez y de vivir en paz, contigo misma y con los demás, no perderás el tiempo tratando de convencer a un desconocido de algo que ni siquiera tiene tanta importancia, no discutirás, simplemente porque tú sabes que tienes la razón y eso te basta, sabes quien eres y lo que vales, conoces lo que haces y lo que no haces y estás consciente de que eres un ser pleno, inteligente y libre.
                                                                                                 Sinceramente
                                                                                               Mariana Oropeza
                                                                                    Especialista en Bioneuroemoción

martes, 27 de marzo de 2018

Las "señales secretas" de los hombres

Hasta que no entendamos y abramos los ojos ante las verdaderas "señales" que nos mandan los hombres, no vamos a encontrar una pareja justo como a nosotros nos gusta.
Es muy duro escucharlo pero en la mayoría de las ocasiones es la verdad: Sufrimos porque nosotros escogimos mal, decidimos no ver absolutamente nada de la realidad de un hombre, y lo cubrimos solo con lo que nosotros quisimos creer.
Conocemos a alguien que podría ser un buen prospecto de pareja, y ahí empieza nuestra creación del "hombre ideal para nosotras". Nos hacemos falsas ilusiones y empezamos a ver atenciones, amabilidad y situaciones románticas donde no las hay. Somos todo, menos objetivas, creemos lo que queremos creer, y vemos cosas inexistentes que se ajustan a nuestras necesidades.
-"No me llama porque le gusté tanto que, seguramente quiere una relación en serio y va a pensar muy bien las cosas para no regarla y casarnos pronto."  
-Se estuvo toda la noche platicando con sus amigos en la fiesta porque no quería atosigarme con su presencia y el no quería echarlo todo a perder.
-Seguro no me habla porque perdió mi número de teléfono o no me habla porque le robaron el celular, o no tiene señal, o tiene mucho trabajo.
-Invitó a otra muchacha en lugar de a mí a la cena porque quiere darme celos.
-Seguro anda con ella porque lo obliga.
-Es que es muy tímido por eso no se atreve a decirme que me ama.
-Tiene muchos problemas y su vida es muy difícil por eso no me busca.
Y así nos podemos seguir toda la vida, creyendo que nos ama, viendo solo lo que nos conviene ver. La realidad de las cosas es que: ¡LOS HOMBRES NO UTILIZAN NUNCA SEÑALES! No saben hacerlo y no les interesa hacerte pensar algo para hacer algo diferente.
Si le gustas a un hombre, inmediatamente te vas a dar cuenta, así de simple, sin pensar, o adivinar, o descifrar códigos secretos. Si le gustas, te busca, te invita o te llama.
Ellos se las ingeniarán, para conseguir tu número de teléfono, si se le pierde el celular, se lo roban, se le rompe, tiene mucho trabajo, tiene que salir de viaje y más cosas, quédate completamente tranquila, porque EL te va a avisar, o te mandará decir con alguien la situación.
Si no te escucha ahora, si no te busca, si no eres la persona más importante para él en este momento, menos lo va  ser cuando logres casarte con él.
Dejemos de inventar historias de amor donde no las hay. Después en el matrimonio resulta que nada era como pensábamos, ¡Por supuesto! efectivamente nada era así, nada era real. Y ahora.... sobre ellos: Es que no me entiende, es que no soy su prioridad, es que no me ama como yo, es que me trata mal, es que no está junto a mi.
No es a fuerza que alguien te ame. Todo llega a su tiempo y como debe ser, no te desesperes, ámate tu, y sólo espera cosas de ti misma, sueña, fantasea y trabaja en ti.
                                                                                                     Sinceramente
                                                                                                 Mariana Oropeza
                                                                                 Especialista en Bioneuroemoción


jueves, 22 de febrero de 2018

El príncipe azul

Soñamos con él toda la vida. Desde que éramos pequeñas las películas de Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella durmiente nos enseñaron que había que esperar por él. Después en las novelas (que no debimos de haber visto nunca), nos mostraron la manera en la que había que sufrir y esperar por el amor verdadero. No importa si había que "quitárselo" a alguien, si ya tenía novia, si eran de dos mundos diferentes, si estaba casado, si nos hacía llorar ese amor, el secreto era esperar y al final, tanto en los cuentos como en las novelas vivían "felices para siempre".  
Dentro pero muy dentro de nosotras existe un patrón de cómo "buscar novio", nos lo instalaron de pequeñas, y nos dijeron también cómo tenía que acabar la historia. ¡Siempre íbamos a ser felices! El proceso de cómo teníamos que hacerle para ser felices, nunca nos lo dijeron. Eso no viene al final de la película. Por lo tanto, nos las ingeniamos para llegar a ese fin, por supuesto de la manera más práctica y cómoda para nosotras.
Muchas pensamos, claro inconscientemente, que los hombres son robots. Queremos que piensen como nosotras, que hagan y digan  lo que nosotras queremos,  que nos adivinen el pensamiento y que reaccionen justo como deseamos; que nos regalen lo que queremos y que su objetivo en la vida sea igual al de nosotros, que utilicen nuestros métodos y nuestros caminos para solucionar y hacer las cosas. Que vivamos como nosotras soñamos vivir, que eduquemos a los hijos como nos educaron a nosotras, que sus sueños sean nuestros sueños.
¿Y ellos?
¿Y sus sueños?
Ya que tenemos al príncipe azul asegurado, no lo dejamos brillar. Lo queremos amoldar a nuestro modo, y hacer todo a nuestra manera. Entonces, como queremos que nuestro robot actúe de una manera y no lo hace, empiezan los problemas. Y es ahí, cuando nos convertimos en enojonas, aburridas, amargadas, molestas, quejumbrosas, deprimidas y desganadas.
Nada es como nos lo pintaron cuando éramos niñas. Así no se suponía que terminaba  la historia, el príncipe iba a hacer todo lo que nosotras queríamos y a nuestro modo y no fue así.
Creemos que merecemos todo sin ofrecer nada a cambio, y que sólo por amor nos van a seguir queriendo, sin que nosotras hagamos nada para que los objetivos se cumplan.
Para que todo funcione, debemos de casarnos siendo conscientes de que  los esposos no van a utilizar nuestros métodos para todo, simple y sencillamente porque son diferentes a nosotras, no pensamos, resolvemos, queremos, sentimos, entendemos, aprendemos y muchas cosas más, de la misma manera. 
Al comprometernos en matrimonio, debemos aceptar estas condiciones, saber que el esposo es un ser humano, totalmente diferente a ti. Y debemos respetar sus decisiones, tiempos y formas de hacer las cosas, (entiéndase respeto como lo que es, no como sumisión). Es parte importante para que la relación prospere y el amor y la felicidad perdure.
Al aceptar esto y estar conscientes, de que nos casamos con un ser humano, no con una máquina de deseos, las frustraciones y quejas van a desaparecer, vas a estar agradecida con lo que tienes y a valorar muchísimo más las cosas que van lograr, pero juntos; cuando encuentras un equilibrio y entiendes que tu opinión puede se aceptada o rechazada y sabes que es sólo eso, una opinión, no una imposición, te vas frustrar menos, porque sabes que son un equipo de dos.
 Deja de resistirte a tu realidad y harás que tu príncipe azul...... brille! 
                                                                                                          Sinceramente
                                                                                                         Mariana Oropeza
                                                                                            Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 11 de febrero de 2018

Agarrando el segundo aire...

¿Cuántas veces has pensado en divorciarte? ¿Cuántas veces has imaginado estar "libre" para disfrutar nuevamente tu vida? No es que no te guste estar con tu pareja, simplemente crees que necesitas algo diferente, sientes que necesitas evolucionar.
Después de varios años de matrimonio, empiezas a querer algo más; empiezas a aburrirte de lo mismo, y buscas por todos los medios separarte de tu pareja, el pretexto es lo de menos. Le pides el divorcio por incompatibilidad de caracteres, por desamor, porque "no eres tú, soy yo" y otros argumentos más.
Al fin firman los papeles y estás ¡Legalmente libre!
¡Ahora si! Piensas, a vivir la vida. Voy a "agarrar, mi segundo aire".
Empiezas a llamar a tus amigos y claro que saldrán contigo,  tu vas en plan de ligar obviamente.... ¡Ya puedes ser feliz!
Las primeras veces no serán tan "ligadoras" como te lo imaginabas, pero no importa, apenas estás agarrando vuelo  y recordando cómo lo hacías cuando eras joven. Te emociona la fiesta, salir y conocer los antros de moda, ya no tienes a nadie que te está reclamando que volviste a salir, si apenas lo hiciste hace ocho días.
Tus amigos o amigas  de siempre tal vez te sigan el ritmo un par de meses, pero nada más; ya no  pueden o ya no quieren seguirte el ritmo, ellos si tienen una pareja con la que quieren salir, o con la que quieren quedarse en casa a ver una película.
Empezamos a buscar nuevos amigos, pero no encajamos del todo porque o están muy jóvenes o están casados. Te das cuenta que las cosas no son como creías que iban a ser; no es como antes, no eres el alma soltera de la fiesta y no es tan fácil ligar como lo habías planeado. Estabas completamente seguro o segura, de que al tener "libertad" ibas a andar con muchos amigos y a tener novio o novia fácilmente  como cuando eras joven. Pensabas que todo iba a ser diferente y que agarrar tu segundo aire sería la cosa más increíble y fácil del mundo.
Después de varios meses, te empiezas a sentir igual de vacío o insatisfecho que antes. Te das cuenta de que estás igual que cuando estabas "atado" pero ahora estás solo. Sin pareja que te cuide o que te reclame que pasas pocas horas junto a él o ella.
Con tanto tiempo para pensar, descubres que, sólo necesitabas reconsiderar las cosas que te importan, que te alegran, y sobretodo descubrir las cosas que tienes que cambiar tú, no tu pareja o tu situación.
Antes de dar el gran paso y decirle a tu pareja, que quieres el divorcio porque necesitas algo diferente, busca ese cambio dentro de ti, cuando cambias tú, cambia tu entorno completamente.
Después de un buen proceso de "ubicación" podemos agarrar nuestro segundo aire.... pero con la misma pareja, disfrutando y agradeciendo todos los años y todas las experiencias que hemos pasado juntos y sobretodo con alguien que elegimos para vivir... hasta que la muerte nos separe!
                                                                                                       Sinceramente
                                                                                                     Mariana Oropeza
                                                                                        Especialista en Bioneuroemoción


domingo, 28 de enero de 2018

¿Por qué sigues casada con él?

Existen demasiadas mujeres inconformes con su matrimonio, tanto, que no creen que las demás si puedan ser felices. Se quejan del esposo, de la vida que "les da", de su casa, del dinero, de su forma de vestir, de comer, de respirar. Ya no hay poder humano que las haga cambiar de opinión. El matrimonio es una tortura y es todo lo que les interesa saber.
Lo tratan mal, porque "así se lo merece", hacen las cosas de malas, y buscan cualquier pretexto para pelear. Sonreír, hacer la comida que le gusta, ponerse guapa para él, entenderlo y sobretodo escucharlo, quedó en el olvido. Cualquier reacción de él o cualquier comentario será usado en su contra.
Independientemente de si él  sea bueno o malo, es su peor pesadilla. Reniegan de haberse casado, sueñan con su libertad,  con tener otra pareja, sueñan con ser independientes, sueñan...
Y la pregunta obligada es: ¿Y por qué sigues con él?
Se me ocurren muchas respuestas:
Por mis hijos (esa es la más importante ¿No?)
Porque así me educaron y tengo que seguir con el, hasta que la muerte nos separe.
Porque no tengo trabajo.
Porque no se hacer nada y de qué voy a vivir.
Porque me da todo lo que le pido.
Porque estoy sola en el mundo y sólo lo tengo a él.
Porque no estudié y no voy a encontrar trabajo.
Porque no puedo darle a mis hijos la vida que él les da.
Porque no voy a causarle ese dolor a mi familia.
Porque mi suegra me ruega para que no lo deje.
Porque Dios me va a castigar.
Porque no voy a ser una mujer divorciada, qué va a decir la gente.
Y los "por qués" pueden seguir y seguir.
¿Sabes por qué sigues con él?
¡PORQUE TÚ QUIERES!
No hay más, las mujeres que se separan de su pareja lo hacen, porque quieren. No son ni más listas, ni más valientes, adineradas o independientes que tú. Lo hacen porque quisieron no seguir su vida con alguien que las hacía infelices. No quisieron soportar  maltratos, golpes, ofensas, desgano, aburrición, dependencia, olores, modos, desamor, desatención, carencias, humillaciones y muchas cosas más.
Decidieron ser libres y felices porque quisieron, no porque tienen suerte. Todas somos fuertes. La fuerza que necesitas está dentro de ti. Deja de estarle haciendo un favor a tu esposo, quedándote a su lado.  Déjalo en paz. Déjalo libre. Es muy difícil que de una pareja sólo uno sea infeliz y el otro viva en completa felicidad. Te apuesto que a él también le molestan muchas cosas tuyas, ¿De verdad crees que no siente tu desprecio y maltrato? La mayoría de los hombres no hablan, no expresan lo que sienten, hasta que explotan. Esa es su naturaleza.
Si realmente no está en tus planes la separación, arregla tu matrimonio, haz algo, lo que sea para salvarlo. No mereces vivir sufriendo, ¿Por qué? Te estás castigando a ti misma. Eso se llama autosabotearse.
No lo hagas, tu y sólo tú tienes el poder de seguir o de parar. Disfruta tu vida, acepta y agradece lo que tienes. Y si no lo aceptas cambia.... libérate!!!
                                                                                              Sinceramente
                                                                                            Mariana Oropeza
                                                                                Especialista en Bioneuroemoción