jueves, 22 de febrero de 2018

El príncipe azul

Soñamos con él toda la vida. Desde que éramos pequeñas las películas de Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella durmiente nos enseñaron que había que esperar por él. Después en las novelas (que no debimos de haber visto nunca), nos mostraron la manera en la que había que sufrir y esperar por el amor verdadero. No importa si había que "quitárselo" a alguien, si ya tenía novia, si eran de dos mundos diferentes, si estaba casado, si nos hacía llorar ese amor, el secreto era esperar y al final, tanto en los cuentos como en las novelas vivían "felices para siempre".  
Dentro pero muy dentro de nosotras existe un patrón de cómo "buscar novio", nos lo instalaron de pequeñas, y nos dijeron también cómo tenía que acabar la historia. ¡Siempre íbamos a ser felices! El proceso de cómo teníamos que hacerle para ser felices, nunca nos lo dijeron. Eso no viene al final de la película. Por lo tanto, nos las ingeniamos para llegar a ese fin, por supuesto de la manera más práctica y cómoda para nosotras.
Muchas pensamos, claro inconscientemente, que los hombres son robots. Queremos que piensen como nosotras, que hagan y digan  lo que nosotras queremos,  que nos adivinen el pensamiento y que reaccionen justo como deseamos; que nos regalen lo que queremos y que su objetivo en la vida sea igual al de nosotros, que utilicen nuestros métodos y nuestros caminos para solucionar y hacer las cosas. Que vivamos como nosotras soñamos vivir, que eduquemos a los hijos como nos educaron a nosotras, que sus sueños sean nuestros sueños.
¿Y ellos?
¿Y sus sueños?
Ya que tenemos al príncipe azul asegurado, no lo dejamos brillar. Lo queremos amoldar a nuestro modo, y hacer todo a nuestra manera. Entonces, como queremos que nuestro robot actúe de una manera y no lo hace, empiezan los problemas. Y es ahí, cuando nos convertimos en enojonas, aburridas, amargadas, molestas, quejumbrosas, deprimidas y desganadas.
Nada es como nos lo pintaron cuando éramos niñas. Así no se suponía que terminaba  la historia, el príncipe iba a hacer todo lo que nosotras queríamos y a nuestro modo y no fue así.
Creemos que merecemos todo sin ofrecer nada a cambio, y que sólo por amor nos van a seguir queriendo, sin que nosotras hagamos nada para que los objetivos se cumplan.
Para que todo funcione, debemos de casarnos siendo conscientes de que  los esposos no van a utilizar nuestros métodos para todo, simple y sencillamente porque son diferentes a nosotras, no pensamos, resolvemos, queremos, sentimos, entendemos, aprendemos y muchas cosas más, de la misma manera. 
Al comprometernos en matrimonio, debemos aceptar estas condiciones, saber que el esposo es un ser humano, totalmente diferente a ti. Y debemos respetar sus decisiones, tiempos y formas de hacer las cosas, (entiéndase respeto como lo que es, no como sumisión). Es parte importante para que la relación prospere y el amor y la felicidad perdure.
Al aceptar esto y estar conscientes, de que nos casamos con un ser humano, no con una máquina de deseos, las frustraciones y quejas van a desaparecer, vas a estar agradecida con lo que tienes y a valorar muchísimo más las cosas que van lograr, pero juntos; cuando encuentras un equilibrio y entiendes que tu opinión puede se aceptada o rechazada y sabes que es sólo eso, una opinión, no una imposición, te vas frustrar menos, porque sabes que son un equipo de dos.
 Deja de resistirte a tu realidad y harás que tu príncipe azul...... brille! 
                                                                                                          Sinceramente
                                                                                                         Mariana Oropeza
                                                                                            Especialista en Bioneuroemoción

domingo, 11 de febrero de 2018

Agarrando el segundo aire...

¿Cuántas veces has pensado en divorciarte? ¿Cuántas veces has imaginado estar "libre" para disfrutar nuevamente tu vida? No es que no te guste estar con tu pareja, simplemente crees que necesitas algo diferente, sientes que necesitas evolucionar.
Después de varios años de matrimonio, empiezas a querer algo más; empiezas a aburrirte de lo mismo, y buscas por todos los medios separarte de tu pareja, el pretexto es lo de menos. Le pides el divorcio por incompatibilidad de caracteres, por desamor, porque "no eres tú, soy yo" y otros argumentos más.
Al fin firman los papeles y estás ¡Legalmente libre!
¡Ahora si! Piensas, a vivir la vida. Voy a "agarrar, mi segundo aire".
Empiezas a llamar a tus amigos y claro que saldrán contigo,  tu vas en plan de ligar obviamente.... ¡Ya puedes ser feliz!
Las primeras veces no serán tan "ligadoras" como te lo imaginabas, pero no importa, apenas estás agarrando vuelo  y recordando cómo lo hacías cuando eras joven. Te emociona la fiesta, salir y conocer los antros de moda, ya no tienes a nadie que te está reclamando que volviste a salir, si apenas lo hiciste hace ocho días.
Tus amigos o amigas  de siempre tal vez te sigan el ritmo un par de meses, pero nada más; ya no  pueden o ya no quieren seguirte el ritmo, ellos si tienen una pareja con la que quieren salir, o con la que quieren quedarse en casa a ver una película.
Empezamos a buscar nuevos amigos, pero no encajamos del todo porque o están muy jóvenes o están casados. Te das cuenta que las cosas no son como creías que iban a ser; no es como antes, no eres el alma soltera de la fiesta y no es tan fácil ligar como lo habías planeado. Estabas completamente seguro o segura, de que al tener "libertad" ibas a andar con muchos amigos y a tener novio o novia fácilmente  como cuando eras joven. Pensabas que todo iba a ser diferente y que agarrar tu segundo aire sería la cosa más increíble y fácil del mundo.
Después de varios meses, te empiezas a sentir igual de vacío o insatisfecho que antes. Te das cuenta de que estás igual que cuando estabas "atado" pero ahora estás solo. Sin pareja que te cuide o que te reclame que pasas pocas horas junto a él o ella.
Con tanto tiempo para pensar, descubres que, sólo necesitabas reconsiderar las cosas que te importan, que te alegran, y sobretodo descubrir las cosas que tienes que cambiar tú, no tu pareja o tu situación.
Antes de dar el gran paso y decirle a tu pareja, que quieres el divorcio porque necesitas algo diferente, busca ese cambio dentro de ti, cuando cambias tú, cambia tu entorno completamente.
Después de un buen proceso de "ubicación" podemos agarrar nuestro segundo aire.... pero con la misma pareja, disfrutando y agradeciendo todos los años y todas las experiencias que hemos pasado juntos y sobretodo con alguien que elegimos para vivir... hasta que la muerte nos separe!
                                                                                                       Sinceramente
                                                                                                     Mariana Oropeza
                                                                                        Especialista en Bioneuroemoción