Criticamos y juzgamos a las personas en automático, no nos damos cuenta ni siquiera cuando lo hacemos. Nos parece que algo no está bien y nuestro inconsciente salta. Algunas personas nos caen mal, "chocamos" con ellas y nunca nos ponemos a reflexionar la razón. Desde una incomodidad hasta el odio total hacia una persona, nos sacan de quicio y pensamos que sólo es por su manera de ser o de actuar que no va como nosotros nos comportamos o actuamos.
Por supuesto que los que hacen daño a la sociedad, los que cometen un delito, los que lastiman no nos gustan, ni a mi ni a nadie. Es lógico que nos enoje escuchar que alguien lastimó a un niño, que alguien abusó de su poder para enriquecerse, que alguien roba a la sociedad.
Sin embargo, la gente que está junto a nosotros, que está dentro de nuestro "clan", un vecino, un maestro, un compañero de trabajo, un familiar, tu mamá o tu papá que hagan algo que te moleste muchísimo, son una excelente oportunidad para ver nuestros propios defectos.
¡SON TU ESPEJO!
La persona que te saca de quicio, la que odias sin que te haya hecho algo grave, la que te cae mal sólo por su manera de ser ella, es tu reflejo.
Ahí está escondidito lo que tanto odias de ti y como tu inconsciente sí lo ve, porque el ve todo muuuy claro, al ver tu proyección en otra persona, te molesta.
Seguro pensarás, "cómo me voy a parecer a mi jefa que es tan mala", "claro que yo no soy como mi tía que es tan grosera", "nunca he hecho cosas como la vecina que es tan metiche".
Tal vez no seas mala con tus compañeros de trabajo, pero eres mala con tus hijos, tal vez no eres grosera con tu familia pero eres grosera con tus vecinos, tal vez no eres metiche con tus vecinos pero eres metiche con tu esposo... Así funciona, ni más ni menos.
¡NOS PROYECTAMOS SIEMPRE!
Bueno, entre más te hayas enojado al leer lo anterior, más te pareces a esas personas que tanto odias, así de fácil, así de sencillo es, buscas defenderte y justificarte porque sabes que es verdad... y duele.
Pero no hay nada de malo en esto, al contrario gracias a ese espejo puedes reconocer lo que te hace vivir en incoherencia; que genial que puedas proyectar en una persona lo que no te gusta de ti, lo que hace que te odies y que atraigas personas que te lastimen y te recuerden lo poco que piensas que vales.
Vales mucho, demasiado, y somos fuertes para cambiar todas aquellas cosas que nos hacen ser infelices. Puedes hacerlo, puedes aprovecharte de ese espejo para mejorar, para cambiar, para tener paz interior...
Haciendo una reflexión, libre de juicios y de soberbia que nos ciegue a la verdad, te darás cuenta y descubrirás la piedra que te hace tropezar en la vida una y otra y otra vez...
Sinceramente
Mariana Oropeza