domingo, 30 de agosto de 2015

El príncipe azul

Soñamos con él toda la vida. Desde que éramos pequeñas las películas de Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella durmiente, nos enseñaron que había que esperar por él. Después en las novelas (que no debimos de haber visto nunca), nos mostraron la manera en la que había que sufrir y esperar por el amor verdadero. No importa si había que "quitárselo" a alguien, si ya tenía novia, si eran de dos mundos diferentes, si estaba casado, si nos hacía llorar ese amor; el secreto era esperar y al final, tanto en los cuentos como en las novelas vivían "felices para siempre".  
 
Dentro pero muy dentro de nosotras existe un patrón de cómo "buscar novio", nos lo instalaron de pequeñas, y nos dijeron también cómo tenía que acabar la historia. ¡Siempre íbamos a ser felices! El proceso de cómo teníamos que hacerle para ser felices, nunca nos lo dijeron. Eso no viene al final de la película. Por lo tanto, nos las ingeniamos para llegar a ese fin, por supuesto de la manera más práctica y cómoda para nosotras.
 
Muchas pensamos, claro inconscientemente, que los hombres son robots. Queremos que piensen como nosotras, que hagan y digan  lo que nosotras queremos,  que nos adivinen el pensamiento y que reaccionen justo como deseamos; que nos regalen lo que queremos y que su objetivo en la vida sea igual al de nosotros, que utilicen nuestros métodos y nuestros caminos para solucionar y hacer las cosas. Que vivamos como nosotras soñamos vivir, que eduquemos a los hijos como nos educaron a nosotras, que sus sueños sean nuestros sueños.
 
¿Y ellos?
¿Y sus sueños?
 
Ya que tenemos al príncipe azul asegurado, no lo dejamos brillar. Lo queremos amoldar a nuestro modo, y hacer todo a nuestra manera. Entonces, como queremos que nuestro robot actúe de una manera y no lo hace, empiezan los problemas. Y es ahí, cuando nos convertimos en enojonas, aburridas, amargadas, molestas, quejumbrosas, deprimidas y desganadas.
 
Nada es como nos lo pintaron cuando éramos niñas. Así no se suponía que terminaba  la historia, el príncipe iba a hacer todo lo que nosotras queríamos y a nuestro modo y no fue así.
Creemos que merecemos todo sin ofrecer nada a cambio, y que sólo por amor nos van a seguir queriendo, sin que nosotras hagamos nada para que los objetivos se cumplan.
 
Para que todo funcione, debemos de casarnos siendo conscientes de que  los esposos no van a utilizar nuestros métodos para todo, simple y sencillamente porque son diferentes a nosotras, no pensamos, resolvemos, queremos, sentimos, entendemos, aprendemos y muchas cosas más, de la misma manera.
 
Al comprometernos en matrimonio, debemos aceptar estas condiciones, saber que el esposo es un ser humano, totalmente diferente a ti. Y debemos respetar sus decisiones, tiempos y formas de hacer las cosas, (entiéndase respeto como lo que es, no como sumisión). Es parte importante para que la relación prospere y el amor y la felicidad perdure.
 
Al aceptar esto y estar conscientes, de que nos casamos con un ser humano, no con una máquina de deseos, las frustraciones y quejas van a desaparecer, vas a estar agradecida con lo que tienes y a valorar muchísimo más las cosas que van lograr, pero juntos; cuando encuentras un equilibrio y entiendes que tu opinión puede se aceptada o rechazada y sabes que es sólo eso, una opinión, no una imposición, te vas frustrar menos, porque sabes que son un equipo de dos.
 
 Deja de resistirte a tu realidad y harás que tu príncipe azul...... brille! 
 
                                                                                                          Sinceramente
 
                                                                                                             Mariana
 

domingo, 23 de agosto de 2015

El segundo aire

¿Cuántas veces has pensado en divorciarte? ¿Cuántas veces has imaginado estar "libre" para disfrutar nuevamente tu vida? No es que no te guste estar con tu pareja, simplemente crees que necesitas algo diferente, sientes que necesitas evolucionar.
Después de varios años de matrimonio, empiezas a querer algo más; empiezas a aburrirte de lo mismo, y buscas por todos los medios separarte de tu pareja, el pretexto es lo de menos. Le pides el divorcio por incompatibilidad de caracteres, por desamor, porque "no eres tú, soy yo" y otros argumentos más.
Al fin firman los papeles y estás ¡Legalmente libre!
¡Ahora si! Piensas, a vivir la vida. Voy a "agarrar, mi segundo aire".
Empiezas a llamar a tus amigos y claro que saldrán contigo,  tu vas en plan de ligar obviamente.... ¡Ya puedes ser feliz!
Las primeras veces no serán tan "ligadoras" como te lo imaginabas, pero no importa, apenas estás agarrando vuelo  y recordando cómo lo hacías cuando eras joven. Te emociona la fiesta, salir y conocer los antros de moda, ya no tienes a nadie que te está reclamando que volviste a salir, si apenas lo hiciste hace ocho días.
Tus amigos o amigas  de siempre tal vez te sigan el ritmo un par de meses, pero nada más; ya no  pueden o ya no quieren seguirte el ritmo, ellos si tienen una pareja con la que quieren salir, o con la que quieren quedarse en casa a ver una película.
Empezamos a buscar nuevos amigos, pero no encajamos del todo porque o están muy jóvenes o están casados. Te das cuenta que las cosas no son como creías que iban a ser; no es como antes, no eres el alma soltera de la fiesta y no es tan fácil ligar como lo habías planeado. Estabas completamente seguro o segura, de que al tener "libertad" ibas a andar con muchos amigos y a tener novio o novia fácilmente  como cuando eras joven. Pensabas que todo iba a ser diferente y que agarrar tu segundo aire sería la cosa más increíble y fácil del mundo.
Después de varios meses, te empiezas a sentir igual de vacío o insatisfecho que antes. Te das cuenta de que estás igual que cuando estabas "atado" pero ahora estás solo. Sin pareja que te cuide o que te reclame que pasas pocas horas junto a él o ella.
Con tanto tiempo para pensar, descubres que, sólo necesitabas reconsiderar las cosas que te importan, que te alegran, y sobretodo descubrir las cosas que tienes que cambiar tú, no tu pareja o tu situación.
Antes de dar el gran paso y decirle a tu pareja, que quieres el divorcio porque necesitas algo diferente, busca ese cambio dentro de ti, cuando cambias tú, cambia tu entorno completamente.
Después de un buen proceso de "ubicación" podemos agarrar nuestro segundo aire.... pero con la misma pareja, disfrutando y agradeciendo todos los años y todas las experiencias que hemos pasado juntos y sobretodo con alguien que elegimos para vivir... hasta que la muerte nos separe!
                                                                                                       Sinceramente
                                                                                                           Mariana


viernes, 14 de agosto de 2015

¿Y por qué sigues con él?

Existen demasiadas mujeres inconformes con su matrimonio, tanto, que no creen que las demás si puedan ser felices. Se quejan del esposo, de la vida que "les da", de su casa, del dinero, de su forma de vestir, de comer, de respirar. Ya no hay poder humano que las haga cambiar de opinión. El matrimonio es una tortura y es todo lo que les interesa saber.
 
Lo tratan mal, porque "así se lo merece", hacen las cosas de malas, y buscan cualquier pretexto para pelear. Sonreír, hacer la comida que le gusta, ponerse guapa para él, entenderlo y sobretodo escucharlo, quedó en el olvido. Cualquier reacción de él o cualquier comentario será usado en su contra.
 
Independientemente de si él  sea bueno o malo, es su peor pesadilla. Reniegan de haberse casado, sueñan con su libertad,  con tener otra pareja, sueñan con ser independientes, sueñan........
 
Y la pregunta obligada es: ¿Y por qué sigues con él?
Se me ocurren muchas respuestas:
Por mis hijos (esa es la más importante ¿No?)
Porque así me educaron y tengo que seguir con el, hasta que la muerte nos separe.
Porque no tengo trabajo.
Porque no se hacer nada y de qué voy a vivir.
Porque me da todo lo que le pido.
Porque estoy sola en el mundo y sólo lo tengo a él.
Porque no estudié y no voy a encontrar trabajo.
Porque no puedo darle a mis hijos la vida que él les da.
Porque no voy a causarle ese dolor a mi familia.
Porque mi suegra me ruega para que no lo deje.
Porque Dios me va a castigar.
Porque no voy a ser una mujer divorciada, qué va a decir la gente.
Y los "por qués" pueden seguir y seguir.
¿Sabes por qué sigues con él?
 
¡PORQUE TÚ QUIERES!
 
No hay más, las mujeres que se separan de su pareja lo hacen, porque quieren. No son ni más listas, ni más valientes, adineradas o independientes que tú. Lo hacen porque quisieron no seguir su vida con alguien que las hacía infelices. No quisieron soportar  maltratos, golpes, ofensas, desgano, aburrición, dependencia, olores, modos, desamor, desatención, carencias, humillaciones y muchas cosas más.
 
Decidieron ser libres y felices porque quisieron, no porque tienen suerte. Todas somos fuertes. La fuerza que necesitas está dentro de ti. Deja de estarle haciendo un favor a tu esposo, quedándote a su lado.  Déjalo en paz. Déjalo libre. Es muy difícil que de una pareja sólo uno sea infeliz y el otro viva en completa felicidad. Te apuesto que a él también le molestan muchas cosas tuyas, ¿De verdad crees que no siente tu desprecio y maltrato? La mayoría de los hombres no hablan, no expresan lo que sienten, hasta que explotan. Esa es su naturaleza.
 
Si realmente no está en tus planes la separación, arregla tu matrimonio, haz algo, lo que sea para salvarlo. No mereces vivir sufriendo, ¿Por qué? Te estás castigando a ti misma. Le encontré mucho sentido a una palabra que utilizó una de mis lectoras en un comentario: AUTOSABOTEARSE.
 
No lo hagas, tu y sólo tú tienes el poder de seguir o de parar. Disfruta tu vida, acepta y agradece lo que tienes. Y si no lo aceptas cambia.... libérate!!!
 
                                                                                              Sinceramente
 
                                                                                                 Mariana
 


sábado, 8 de agosto de 2015

La primera opción

¿Y si elegiste la primera opción?
¿Si elegiste sacrificar tu libertad, un amor, tu dinero o  tu propia opinión, por alguien más?
¡HAZ QUE VALGA LA PENA, Y ENCUÉNTRALE UN SENTIDO!
Siempre o casi siempre, los sacrificios que hacemos, son por alguien que nos importa, alguien que queremos mucho y sobretodo que estamos anteponiendo su felicidad a la nuestra. Un buen hombre, un hijo, un hermano, amigo o algún familiar. Decidimos hacer cosas consciente o inconscientemente que no queremos, que no es nuestra mejor opción, y que si no hubiera nadie lastimado de por medio, jamás las elegiríamos hacer.
Como siempre, hay situaciones que no son eternas y no son tan graves como:
Cuidar por la noche a un enfermo.
Cuidar unos días a una mascota.
Llevar a alguien a su casa o trabajo.
Recibir una visita en tu casa.
Convidar de tu comida.
Hacer un favor.
Visitar a alguien.
Prestar tus cosas.
Ayudar a un compañero con su trabajo.
Nos dicen que tenemos que aprender a decir NO. Sin embargo, creo que también tenemos que aprender a decir SI. A que cuando estemos haciendo lo que no queríamos, lo hagamos con gusto, con cierta resignación. El darle vueltas a lo mismo mientras haces las cosas de mala gana, no te lleva a nada mas que a enojarte más y a contrariarte porque no querías hacerlas.
Sólo piensa que ya estás ahí, y que obtendrás más puntos buenos si lo haces de buena manera. No te queda de otra; piensas mil formas de "safarte" del compromiso, pero sabes perfectamente que no las harás, que no tienes el valor para ser grosero con la persona a la que ayudas, y aunque se te ocurran mil ofensas y excusas para hacerlo se quedarán ahí, sólo en tu cabeza. Piensa que llegará a su fin y piensa muy bien tu próxima respuesta, cuando alguien te pida un favor.
¿Y qué pasa cuando la decisión que tomaste durará un "poco más" de algunos días?
Casarte.
Decirle a alguien que lo amas.
Cuidar a tus nietos.
Quitarle sus hijos a tus hijos.
Estudiar una carrera.
Tener hijos.
A veces tomamos decisiones sin pensar en las consecuencias, por amor, agradecimiento o por lástima. Cuando te casas con alguien sin amarlo lo suficiente, cuando ayudas a tus hijos con tus nietos, cuando estudias algo porque no hay otra opción, cuando tienes que quedarte en tu trabajo por la razón que sea, cuando decides criar y mantener como hijos propios a tus nietos.
  ¡Tienes que encontrarle el sentido!
Tiene que valer la pena tu trabajo y el sacrificio que estás haciendo. Es bueno siempre estar consciente de que tú y sólo tú, tomaste esa decisión. Culpar a los demás es condenarte eternamente a tener rencor en tu corazón, a vivir amargada, y a no disfrutar la vida.
Tal vez estás pensando: ¿Disfrutar? ¿Con éste hombre a mi lado? ¿A qué hora, si tengo que cuidar a mis nietos? ¿Cómo se puede disfrutar con este espantoso trabajo?
Te prometo que si cambias tu manera de ver las cosas y empiezas a agradecer lo que tienes, todo empezará a cambiar como por arte de magia. Parecerá que todos cambiaron y las cosas ahora resultan buenas a tu favor.
 Todos conocemos a alguien que nunca pierde el sentido del humor, que siempre  ve lo positivo de las cosas, tenemos que aprender mucho de esas personas. Son felices sea cual sea la situación que están viviendo, simplemente porque le encuentran un SENTIDO A LA VIDA.
Eso es primordial para poder vivir cuando elegimos, la primera opción.
                                                                                                           Sinceramente
                                                                                                               Mariana