Soñamos con él toda la vida. Desde que éramos pequeñas las películas de Blanca Nieves, la Cenicienta y la Bella durmiente, nos enseñaron que había que esperar por él. Después en las novelas (que no debimos de haber visto nunca), nos mostraron la manera en la que había que sufrir y esperar por el amor verdadero. No importa si había que "quitárselo" a alguien, si ya tenía novia, si eran de dos mundos diferentes, si estaba casado, si nos hacía llorar ese amor; el secreto era esperar y al final, tanto en los cuentos como en las novelas vivían "felices para siempre".
Dentro pero muy dentro de nosotras existe un patrón de cómo "buscar novio", nos lo instalaron de pequeñas, y nos dijeron también cómo tenía que acabar la historia. ¡Siempre íbamos a ser felices! El proceso de cómo teníamos que hacerle para ser felices, nunca nos lo dijeron. Eso no viene al final de la película. Por lo tanto, nos las ingeniamos para llegar a ese fin, por supuesto de la manera más práctica y cómoda para nosotras.
Muchas pensamos, claro inconscientemente, que los hombres son robots. Queremos que piensen como nosotras, que hagan y digan lo que nosotras queremos, que nos adivinen el pensamiento y que reaccionen justo como deseamos; que nos regalen lo que queremos y que su objetivo en la vida sea igual al de nosotros, que utilicen nuestros métodos y nuestros caminos para solucionar y hacer las cosas. Que vivamos como nosotras soñamos vivir, que eduquemos a los hijos como nos educaron a nosotras, que sus sueños sean nuestros sueños.
¿Y ellos?
¿Y sus sueños?
Ya que tenemos al príncipe azul asegurado, no lo dejamos brillar. Lo queremos amoldar a nuestro modo, y hacer todo a nuestra manera. Entonces, como queremos que nuestro robot actúe de una manera y no lo hace, empiezan los problemas. Y es ahí, cuando nos convertimos en enojonas, aburridas, amargadas, molestas, quejumbrosas, deprimidas y desganadas.
Nada es como nos lo pintaron cuando éramos niñas. Así no se suponía que terminaba la historia, el príncipe iba a hacer todo lo que nosotras queríamos y a nuestro modo y no fue así.
Creemos que merecemos todo sin ofrecer nada a cambio, y que sólo por amor nos van a seguir queriendo, sin que nosotras hagamos nada para que los objetivos se cumplan.
Para que todo funcione, debemos de casarnos siendo conscientes de que los esposos no van a utilizar nuestros métodos para todo, simple y sencillamente porque son diferentes a nosotras, no pensamos, resolvemos, queremos, sentimos, entendemos, aprendemos y muchas cosas más, de la misma manera.
Al comprometernos en matrimonio, debemos aceptar estas condiciones, saber que el esposo es un ser humano, totalmente diferente a ti. Y debemos respetar sus decisiones, tiempos y formas de hacer las cosas, (entiéndase respeto como lo que es, no como sumisión). Es parte importante para que la relación prospere y el amor y la felicidad perdure.
Al aceptar esto y estar conscientes, de que nos casamos con un ser humano, no con una máquina de deseos, las frustraciones y quejas van a desaparecer, vas a estar agradecida con lo que tienes y a valorar muchísimo más las cosas que van lograr, pero juntos; cuando encuentras un equilibrio y entiendes que tu opinión puede se aceptada o rechazada y sabes que es sólo eso, una opinión, no una imposición, te vas frustrar menos, porque sabes que son un equipo de dos.
Deja de resistirte a tu realidad y harás que tu príncipe azul...... brille!
Sinceramente
Mariana