domingo, 28 de junio de 2015

Una batalla perdida

¿Enamorarnos? Es lo más fácil del mundo. Cuando encontramos a alguien que nos gusta mucho físicamente y está disponible, nuestro corazón ya lleva más de la mitad del camino recorrido. Cuando te voltea a ver, nota tu presencia y es amable, vamos bajando la guardia; cuando de pronto te llama, te abraza o hace algo inusual que te guste mucho... llega el amor.  La mayoría somos así,  sensibles y fáciles de enamorar.
 
¿Hacer que se enamoren de nosotras? ..... Creo que ahí es donde empieza lo complicado.
¿Qué tal que todas esas "señales" que estábamos seguras que eran directo para nuestro corazón, las malentendimos y ese guapo hombre, sólo estaba siendo amable con nosotras? ¿Qué tal, que sí sabíamos que sólo estaba siendo amable con nosotras, pero nos empeñamos en cegarnos y creer que le gustábamos?.
 
Hay hombres educados y muy amables que (ante lo escasos que están), a veces confundimos sus intenciones, ellos tratan muy bien a las mujeres, ¡Pero a todas! no nada más a ti, y no se vale decir que no te das cuenta porque ellos son amables con todas, con las mujeres de su familia, con las señoras que hacen la limpieza en su oficina, con las empleadas de un mostrador, con las meseras, muestran  respeto por ellas porque son caballeros, no porque quieran casarse con todas.
 
 Es imposible mandar al corazón, pero tal vez la razón, nos ayude a ver la realidad y no empezar a fantasear con algo, que no nos va a llevar a nada más que a una batalla perdida. Creo que no se puede forzar u obligar a alguien a que se enamore de ti, puedes conquistarlo dentro de los "parámetros normales" de una conquista: Arreglarte más, mostrar indiferencia, hacerte presente, sonreír, ser como tú eres (si pretendes ser quien no eres, tal vez lograrás que se enamore de alguien que no existe).
 
Si por insistencia llegas a "conquistarlo", te puedo asegurar que nada de lo que hagas va a hacer que cambie su corazón, a lo mejor lograste que te besara y pues ya, empezaron a salir, y después, se hicieron novios. Cuando a alguien no le gustas tanto como para casarte, nada va a cambiar sus sentimientos.
 
Tratar de agradar a alguien que no te ama, es vivir siempre contracorriente. Por lo tanto, viene el rompimiento de la relación y es cuando empiezas a sufrir, y entre más te empeñes en no ver, que todo el trabajo lo hiciste tú, en que él sólo se dejó llevar, en que nunca se enamoró completamente de ti, más tiempo durará tu dolor.
 
No pierdas el tiempo en relaciones que no tienen futuro, no te empeñes en una conquista imposible, sobretodo, si ya te diste cuenta que ni siquiera le gustas.
Claro que eres muy bonita, y muy inteligente, y tienes un trabajo muy bueno, pero a él....No le gustas!
 
Tenemos la fuerza suficiente para conquistar el mundo, pero no para forzar el corazón de un hombre; no te distraigas en lo que no se puede, seguramente, muy cerca de ti, está tu verdadero amor.

                                                                                                         Sinceramente
                                                                                                             Mariana

domingo, 21 de junio de 2015

!Iiiiihhhhhh, me van a ver!

¿Cuántas veces te has quedado con ganas de hacer algo porque "te van a ver?"
Correr
Saltar
Gritar
Comer
 
¿Y cuántas veces te has mortificado tanto por una situación, porque qué van a pensar y decir los demás?
Cuando te subes a un transporte público
Cuando te pasaste de cosas en el súper y a la hora de pagar no te alcanza
Cuando esperas en una fila
Cuando tu tarjeta no pasa a la hora de pagar, por la razón que sea,  no le vas a explicar a las personas de tu alrededor, que si tienes dinero, pero que la tarjeta está vencida ¿Verdad?
 
A veces a todos se nos antoja hacer cosas por impulso, te emocionas tanto que quieres gritar y brincar de felicidad, quieres darle las gracias a alguien que te atendió muy bien en una tienda, o por el contrario, quisieras quejarte con el jefe de alguien que no hizo bien su trabajo, quieres aplaudirle y gritarle muy fuerte a tu hijito en el festival de la escuela, quieres echarle una porra a alguien, pero simplemente no lo haces... porque te da pena. Vivimos preguntándonos ¿Qué van a decir los demás?
 
!Llegas a tu casa y te arrepientes muchísimo! Piensas:
Le hubiera dado un abrazo
Lo hubiera saludado
Me hubiera comido eso que me ofrecieron
Me hubiera subido al transporte
Hubiera cantado
Hubiera bailado con él
 
¿Sabes? El hubiera no existe, ya es pasado. Lo peor es que a la gente no le interesa, cada quien tiene sus propios asuntos por resolver, y a los que si les interesa, te prometo que ni siquiera valen la pena.
 
Vamos a vivir nuestros momentos, los que se presentan cada día y pueden ser un gran experiencia que no sabrás, hasta que te atrevas a hacerlo.... Sin pensar en  lo que van a decir los demás..
Cuando tu empiezas a ver la vida diferente, contagias, y la gente que está a tu alrededor cambia también. Si te empiezas a abrir con los demás, te darás cuenta de que a todos nos pasa.
 
 A la mayoría nos ha pasado un contratiempo, al menos a la gente normal, a la que no es perfecta. No hay porque avergonzarnos. Así es la vida.... Nadie es perfecto. A muchos se nos olvida, que todos somos humanos, que somos personas y que nos pasan casi las mismas cosas.
Deberíamos pensar siempre en las situaciones incómodas que nos han pasado, precisamente para no juzgar a los demás, una sonrisa de "te entiendo" a alguien que le sucede  algo incómodo, es muy tranquilizante.
 
En el momento que empiezas a actuar, sin pensar en qué van a decir los demás, te liberas, es como si te quitaras un gran peso de encima y prometo que disfrutarás más las cosas. !Vamos a vivir!
 
                                                                                                         Sinceramente
 
                                                                                                             Mariana


domingo, 14 de junio de 2015

¡Mejor como visitas!

En ciertas ocasiones, me ha tocado ver, la relación que tienen algunas personas, que son demasiado amables fuera de su casa, con su familia más cercana. No lo puedes creer. Pareciera que se transforman en otra persona. Si les contaras a sus hijos, papás o esposo lo lindas personas que son, no te lo creerían, pensarían que estás hablando de alguien más.
¿Por qué vivimos enojadas con nuestros hijos o esposo y pareciera que estamos increíblemente felices con nuestras amigas o con los compañeros de trabajo? Y aplica igual para el señor de la casa, es un dulce en la calle y se convierte en un ogro en el momento que tiene a su familia enfrente.
No creo que sea justo para tu familia que las demás personas sean las que disfruten tu lado amable. Es cuestión que entres a tu casa para que te transformes. Se supone que debería ser al contrario, tu casa es tu "nido", es donde somos felices, donde estamos tranquilas y a pesar de nuestra situación, (que no me cansaré de repetir: Si no te gusta "cámbiala"), debemos tener la mayoría del tiempo nuestra mejor cara.
Tal vez pienses: "Si tuvieras a mis hijos dos minutos, seguro te volverías un ogro también" "Si escucharas a mi esposo, te pondrías de malas inmediatamente" "Si vivieras donde yo vivo, no quisieras ni llegar a dormir" ¿Sabes? Todas escogimos a nuestro esposo y temo decirte, que los hijos son un reflejo nuestro, así de sencillo. Siempre me he imaginado que cuando nacen, son como bolitas de masa que nos manda Dios, y nosotras las vamos moldeando poco a poco.
¿El resultado? Los hijos que tenemos ahora.
No rechaces a tus hijos, a tu esposo o a tus padres, aunque no lo digas, tu actitud lo dice todo; eso si les afecta tarde o temprano, la autoestima no perdona y todo lo que hacemos y decimos se ve reflejado en los niños, probablemente cuando te des cuenta, será demasiado tarde para tratar de corregir algo.
Estar de mal humor todo el tiempo dentro de tu casa, es un claro rechazo de tu entorno, y por muy pequeños que sean tus hijos, lo notan. Lo más triste es cuando se dan cuenta de tu gran sonrisa cuando estás con las demás personas. Te aseguro que aunque no lo digan es muy, muy desmoralizante para ellos.
Una buena idea para empezar a cambiar es:
Tratar en algunas ocasiones a tu familia, como si fueran visitas.
Por ejemplo, si algún hijo de una amiga tuya, tira el vaso de agua en la mesa y ensucia todo el mantel, estoy segurísima que no le vas a gritar o a pegarle, ni lo vas a dejar sin comer, ni lo vas a poner a lavar el mantel con gritos y empujones. Probablemente, le digas que tenga más cuidado, y todos seguirán comiendo tranquilos.
Si una visita fuma dentro de la casa, no le vas a aventar un zapato ¿Verdad?, ni le vas a gritar y a decirle que ya le dijiste mil veces que no fume dentro de la casa, que ya te tiene harta, que para qué te casaste y cosas por el estilo.  Tal vez le digas amablemente, que en tu casa no fuman adentro que lo acompañas al jardín o al patio, a terminar su cigarro.
Podemos hacerlo, podemos ser tan tolerantes con nuestra familia como lo somos con las visitas. Tendrás más armonía en tu hogar. Recuerda que todo es un ciclo y que si llegas enojada a tu casa, inmediatamente todos se ponen de mal humor. Intenta llegar con un carácter amable; sí, es difícil, sobre todo después de un día de trabajo muy pesado y cansado, después de muchas horas de estar de pie, de lidiar con gente espantosa.
Tu familia no tiene la culpa, ellos te esperan, quieren contarte cosas, quieren que los abraces y estar pegados a ti, seas papá o mamá.

Aprendamos a vivir con tolerancia y amabilidad en nuestro hogar. ¡Te prometo que tendremos hijos más tolerantes y amables!. 


                                                                                                       Sinceramente

                                                                                                           Mariana